Fuentes
Eclesiales en Euskalerria para el estudio (cuantitativo y cualitativo) del
Exilio Religioso Vasco a Francia a causa de la Guerra Civil (1937-1940)
Óscar
Álvarez Gila
—1→
La derrota de las fuerzas leales a la República en
Euskalerria supuso, como una destacada particularidad dentro del contexto
español, que un importante sector de los religiosos vascos, y más concretamente
el que después ha sido conocido con el nombre genérico de «clero vasco»1,
sufriera una fuerte represión. En el contexto de las medidas que, ya desde el
primer momento, fueron tomadas tanto por las nuevas autoridades como por las
diversas jerarquías eclesiales2, la marcha al extranjero adquiriría todos los caracteres,
bien de una huida al exilio, bien de un extrañamiento preventivo o coaccionado.
La cercanía de Francia, unida a otros factores, propició que en un primer
momento fuese éste el país preferente de destino3.
Prácticamente todas las organizaciones eclesiales, seculares
o regulares, establecidas en Euskalerria, conocieron entre sus filas ejemplos
más o menos abundantes de esta represión. En la presente comunicación
pretendemos señalar las fuentes eclesiales (fundamentalmente de archivo)
existentes en Euskalerria para el estudio de este exilio, analizando el tipo de
información que nos ofrecen.
1. Los archivos eclesiales
1.1. Características generales
1. Los archivos de la Iglesia son, en principio, archivos
privados, y como tales participan de su principal característica: la
discrecionalidad en el acceso a sus fondos, y las diversas y consiguientes
limitaciones con las que se encuentra el investigador, en cuanto a las fuentes
que puede consultar4. Incluso en uno de estos archivos que podría clasificarse
como «público», el Archivo Histórico Eclesiástico de Bizkaia, el grueso de la
documentación diocesana, que se inicia en 1950, permanece inaccesible. La
relativa cercanía en —2→ el tiempo, así como la pervivencia de
personas implicadas en los acontecimientos, han justificado la reserva
mantenida.
2. Dos son los tipos principales de información que, sin
excepción, se pueden hallar en los archivos eclesiales.
Por una parte, tenemos aquellas fuentes (que denominaremos
cuantitativas) que nos van a proporcionar las dos operaciones básicas en todo
estudio:
a) La cuantificación del fenómeno: En 1978, el colectivo
Eusko Apaiz Talde (Grupo de Sacerdotes Vascos), dedicado a crear un archivo en
el que se recopilara documentación sobre las persecuciones sufridas por el
«clero vasco», publicó una primera nómina de estos sacerdotes y religiosos5
(entre ellos, de los que marcharon a Francia), en la que se detallan las
características, años y lugares de sus causas judiciales, encarcelamientos,
extrañamientos y/o exilios.
Los autores mismos señalaban que esta lista, limitada «a la
guerra misma y a la inmediata postguerra» en Euskalerria, «no es exhaustiva»,
debido a «cuarenta años de miedo y persecución»6. En realidad, presenta muchas
lagunas y está bastante incompleta, sobre todo en cuanto a los religiosos, y
algo menos respecto al clero diocesano. Hay que tener en cuenta que se realizó,
básicamente, a partir de la información suministrada por los sacerdotes
diocesanos que coordinaron o intentaron coordinar, a través de la revista
Anayak7, el exilio religioso vasco en Francia. De ahí que sea conveniente
completarla en base a fuentes más directas: los archivos diocesanos y de las
congregaciones religiosas.
b) La localización espacio-temporal: Se trata de conocer los
lugares de Francia donde se establecen estos religiosos exiliados; y más en
particular, saber si lo hacen en conventos propios o recogidos en casas
francesas8.
Por otra parte, tenemos las fuentes cualitativas, que nos van
a proporcionar las características, desarrollo y demás vicisitudes de la
presencia de religiosos vascos en los conventos franceses. Fundamentalmente se
componen de:
-Las decisiones tomadas por las jerarquías en relación a
estos conventos y sus moradores, como actas capitulares o decretos de los
superiores provinciales en el caso de los regulares.
-Los libros-diarios de estas mismas residencias
(«historiales») y demás documentos sobre la vida cotidiana y la pequeña
historia de cada una de ellas (por ejemplo, las «visitas canónicas»).
-Pero la fuente más rica es la correspondencia entre las
diversas partes implicadas: sobre todo la mantenida por las jerarquías
eclesiásticas —3→ del País Vasco, con las nuevas autoridades
militares y civiles, con las jerarquías de los países donde se hallan sus
religiosos (en este caso Francia), e incluso con los mismos exiliados.
1.2. Los archivos de las órdenes religiosas en el País Vasco
1. Archivo de la provincia carmelita descalza de San Joaquín
de Navarra (APSJN)9. Para el estudio cuantitativo, cuenta con las siguientes
fuentes:
* La sección de personal o «carpetas biográficas», una por
cada uno de los carmelitas descalzos que han pertenecido a la provincia de San
Joaquín, que incluyen todos los documentos relativos a cada religioso, entre
ellos sus sucesivos destinos.
* Se puede contar también con las nóminas impresas de los
religiosos de la provincia, que incluyen, además de los datos personales, su
distribución geográfica según destino en la fecha de edición. Existen, para
estos años, tres de dichas nóminas.
En 1936, poco antes del comienzo de la guerra, se edita
Status nostrae provinciae Navarrae sub titulo S. Joachim, Patris B. M. V.
(Vitoria, Carmelitas Descalzos). Siguiendo la práctica que se había iniciado en
las nóminas de 1933 y 1935, se usa la grafía euskérica en los apellidos de los
carmelitas (k por c, tx por ch, y erre acentuada por rr). Mediante estas tres
nóminas se puede hacer un seguimiento de los residentes en las diócesis de Dax
(Landes) y Agen (Lot-et-Garonne) desde el advenimiento de la República.
La siguiente, de enero de 1939 (Catálogo de nuestra Provincia
de San Joaquín de Navarra. Año 1939)10, además de éstos, recoge en un apartado
especial a los «Religiosi diversis ex causis extra Provinciam degentes»11.
Finalmente, se completa la trilogía con el Catálogo de nuestra Provincia de San
Joaquín de Navarra a principios del año 194112.
Las fuentes cualitativas más importantes del APSJN, por su
parte, se hallan recogidas en las secciones:
* General: «Actas de capítulos provinciales y consejos
provinciales». Especialmente estas últimas, por ser en los consejos (una
especie de gobierno permanente entre capítulos) donde se dilucidó en gran
medida todo el proceso.
* G: «Conventos», carpetas Dax y Agen. Más que por los
documentos oficiales de erección y cierre, interesa esta carpeta por su
contenido sobre la vida diaria de los conventos: relación epistolar, libros
diarios y contabilidad.
* E: «Jerarquía Carmelitana». Contiene básicamente cartas
enviadas o recibidas por el superior provincial, ordenadas alfabéticamente por
los periodos de mandato. Son especialmente jugosas las carpetas de relaciones
con el general de la orden, con otras provincias carmelitas, con el gobierno
civil (1890-1976) y con obispos (1907-1975).
—4→
2. Archivo de la provincia franciscana de Cantabria13. Son
relativamente escasas las fuentes para cuantificar la estancia de franciscanos
vascos en Francia. Tenemos una sección del archivo dedicada a las nóminas
(XVIII, «Estadística sobre personal de la Provincia»), aunque es bastante
incompleta. Lo mismo ocurre, para el periodo que nos interesa, con las fuentes
impresas: los Estados personales de la seráfica provincia de Cantabria, de los
que conocemos ediciones en 1933 y en 1940 (Oñate). La fuente más completa sería
XVII, «Asuntos personales de los religiosos», organizada de manera similar a la
sección de personal de APSJN, pero es una sección reservada, que ni siquiera
aparece desarrollada en el catálogo elaborado por Cándido Zubizarreta,
disponible para su consulta en el propio archivo.
No obstante, se compensa esta escasez con la riqueza de las
fuentes cualitativas, cuya consulta se facilita en gran medida debido a la
excelente organización del mencionado catálogo. Las secciones en las que se
incluyen aspectos sobre los conventos franceses, son:
* I: «Santa Sede», en especial la relación epistolar del
superior provincial con altas instancias vaticanas o de la orden franciscana.
* II: «Capítulos provinciales y Juntas Definitoriales».
Recogen las decisiones de los órganos de gobierno de la provincia religiosa.
Son particularmente importantes, en cuanto a que en ellos se da cuenta de los
cambios de destino, y se delibera sobre las situaciones de especial gravedad.
Su consulta se halla enormemente facilitada por el vaciado temático realizado
por Cándido Zubizarreta, para el periodo 1881-1981.
* La antes citada sección XVII.
* La sección de relaciones con otras provincias franciscanas
(V). Particularmente, el apartado V-7 recoge la correspondencia entre el
provincial de Cantabria y el de la provincia francesa de Saint-Denis;
correspondencia iniciada cuando en 1931 se buscó en Francia refugio ante una
previsible expulsión.
* El apartado dedicado a la pequeña comunidad de Saint-Palais
(Basse Navarre, departamento de Basses Pyrénées), en la sección de las «Casas
de la provincia». En este aspecto, también habría que incluir lo que sobre
aquélla se señale en las visitas canónicas (sección IV).
3. Archivo de la provincia pasionista del Sagrado Corazón de
Jesús de Bilbao14. El antiguo fichero de personal de la provincia (actualizado
hasta finales de los 70, en que fue sustituido por el usado hoy día) se
constituye como la base principal para la cuantificación. Se halla dividido en
dos secciones, «clérigos» y «hermanos»; y abarca desde la llegada de los
primeros pasionistas a España (finales del XIX). De manera escueta, indica los
datos personales de cada religioso, así como los sucesivos destinos y sus
fechas.
El resto del archivo comprende dos subsecciones, denominadas
«personal» y «canónica»15. En la primera subsección, de carácter
fundamentalmente epistolar, una fuente importante para nuestro tema van a ser
las cartas cruzadas entre los superiores provinciales y las autoridades
civiles. Más atención merecen, no obstante, los «historiales» o crónicas
diarias de los diversos —5→ conventos de la provincia; no sólo el de la
localidad vasco-francesa de Ascain (Labourd, departamento de Basses Pyrénées),
sino también de otros, en especial la Crónica de Gabiria y el Historial de
Deusto.
Además son de gran interés, en este archivo, las memorias del
por aquellos años provincial, Fulgencio Elorza16, que recopilan bajo el título
de Recuerdos varios, entre otras cosas, todo el proceso de depuración que
sufrió la provincia pasionista vasca.
4. Archivos de la provincia jesuita de Loyola. La información
cuantitativa fundamental se puede obtener del Archivo de la curia provincial17,
a partir de dos fuentes publicadas complementarias:
* Los catálogos de la provincia jesuita de Castilla, que
englobaba en los años treinta a Euskalerria. «Suele(n) indicar el cargo que
cada jesuita ocupa en su comunidad, elaborándose cada año y publicándose en letra
de imprenta»18 en Oña o Bilbao. Presentan, ordenados según el lugar de
residencia, la nómina de los religiosos de la provincia. Por su corta
periodicidad, se puede realizar un seguimiento casi perfecto de los jesuitas
que no vuelven del exilio forzado por la República en 1931.
* Se complementan estos catálogos (que sólo indican de cada
jesuita su nombre completo y cargo, omitiendo otros datos personales) con las
fuentes que sí nos lo proporcionan. Para los que han muerto dentro de la orden,
el catálogo de Rufo Mendizábal (Catalogus Defunctorum in renata Societate Iesu
ab a. 1814 ad a. 1970, Roma, Curia General Jesuita, 1972; con sus
actualizaciones: la del periodo 1970-1985, y las posteriores anuales) es la
obra básica; para los que por diversas razones se secularizaron, o
permanecieron vivos, hay que acudir a los libros de ordenaciones y profesiones
(1890-...) recogidos en este archivo.
El Archivo Histórico de Loyola19, por su parte, está más
dedicado a épocas anteriores al siglo XX, aunque conserva algunas series
sueltas que sobrepasan el límite de 1900. Entre ellas, el apartado de
«documentación interna», dentro de sus limitaciones, puede ofrecer información
sobre este exilio (Más bien, la no vuelta de él). Los «documentos de
conciencia», no obstante, sólo pueden ser consultados con una autorización
especial.
5. Archivo de la provincia capuchina de
Navarra-Cantabria-Aragón20. La principal fuente manuscrita sobre los capuchinos
de esta provincia, y sus destinos tras la guerra, se halla en la Descriptio localis
et personalis Ordinis Fratrum Minorum S. Francisci Capuccinorum a Rvmo. P.
Pacifico a Sejano, Ministro Generali, indicta. Provincia Navarrae, Aragoniae et
Cantabriae. Ab anno Domini 1912 usque ad annum 1949, Volumen 1. Se trata del
«registro oficial de la provincia», que «contiene los datos fundamentales de
644 clérigos y 272 hermanos profesos, de 1912 a 1949»21.
—6→
Como complemento más exhaustivo, están las repetidas
«carpetas personales», que incluyen entre otros documentos lo relacionado con las
causas que producen, cuando así ocurre, el exilio de su titular a otras
provincias españolas, a Francia o a las misiones en los años posteriores al
inicio de la guerra.
Entre las fuentes para estudiar el exilio de capuchinos,
tenemos una especialmente importante por sus implicaciones posteriores. Se
trata de las necrologías de los religiosos recién difuntos, que inserta
periódicamente en sus páginas el Boletín Oficial de la Provincia Capuchina de
Navarra-Cantabria-Aragón22. Lo característico es que, en la reseña biográfica
que se acompaña a la nota necrológica, se suelen verter con cierta frecuencia
juicios de valor sobre los hechos en los que estuvo implicado el difunto. En
las reseñas sobre los que sufrieron algún tipo de represión (entre ellos los
que fueron «prudencialmente» destinados a Francia) además de la simple
narración biográfica, comienzan a aparecer a partir de mediados de los sesenta,
tímidamente primero, pero al poco ya abiertamente, una crítica contra aquella
situación. Su carácter de publicación interna fue la que permitió, con toda
probabilidad, estos primeros ejemplos de autocrítica, todavía en época de
Franco.
Merece particular atención, por otra parte, el archivo
conventual capuchino de Fuenterrabía23, debido a su especial situación al ser
el más importante de los conventos que la provincia religiosa tenía en las
Vascongadas. Destaca, sobre todo, la serie de correspondencia con las
autoridades de Guipúzcoa (iniciada en 1908).
6. Otros archivos. Los claretianos también conocieron
ejemplos destacados de extrañamiento; sin embargo, al no haberse formado aún,
al iniciar la guerra, ni el embrión de lo que actualmente es la provincia de
Euzkal-Herria, buena parte de esta documentación no se halla en el archivo de
su curia24. No obstante, se puede hacer el trabajo cuantitativo en base a la
sección «Libros» (personal, defunciones y movimientos, desde 1880). Una primera
aproximación la ofrece el Catálogo de los claretianos de Euzkal-Herria, de
Jesús María Alday (Bilbao, Curia provincial claretiana, 1986), que incluye a
todos los religiosos vascos de esta orden que han existido, independientemente
de su provincia de adscripción.
En cuanto a otras órdenes, convendría estudiar a
sacramentinos, canónigos regulares de Letrán y trinitarios, de los que
conocemos la existencia de casos más o menos aislados de exilio post-bélico en
los países hispanoamericanos, razón por la que sospechamos pudiera existir
entre ellos una etapa francesa en el proceso25.
—7→
1.3. Los archivos y fuentes diocesanas
1. El medio a utilizar para la cuantificación del paso a
Francia (y a otros países o destinos españoles de exilio o cárcel) de
sacerdotes diocesanos de Euskalerria, viene dada por una conjunción entre
fuentes impresas y archivísticas, de manera similar a lo que hemos observado
con el clero regular.
Tanto en la diócesis de Vitoria, que abarcaba las tres
provincias vascongadas, como en la de Pamplona, se editaban y editan
regularmente las llamadas Guías diocesanas, nóminas con la situación y destinos
intra o extra diocesanos de su clero adscrito. En el caso navarro, permiten
realizar un primer seguimiento del exilio; en el caso vitoriano26, por el
contrario, fue suspendida su publicación entre 1935 y 1940, no abarcando de
esta manera precisamente los años claves del exilio francés.
En ambos casos, no obstante, se hace imprescindible recurrir
a los respectivos archivos diocesanos. En el Archivo Histórico del Obispado de
Vitoria27 se halla la sección «Expedientes personales», que incluye las fichas
y documentación personal de todos los sacerdotes, numeradas en orden de
incardinación28. En el Archivo Diocesano de Pamplona29, tenemos el apartado
«Documentos personales», que recoge en unas 100000 fichas datos sobre
sacerdotes, religiosos e incluso seglares de la diócesis.
2. En el aspecto cualitativo del exilio, además de los
consabidos Boletines diocesanos y de los documentos recogidos en los
expedientes personales, contamos con las series de relaciones episcopales con
ámbitos extra diocesanos. En Navarra se hallan encuadradas, dentro del archivo
«administrativo» o de «gobierno de la diócesis»30, en el apartado precisamente
denominado «de relaciones exteriores», en particular los epígrafes de:
-Capitanía General de Navarra y Gobierno Militar.
-Diputación de Navarra.
-Gobierno Civil de Navarra. Conocer el proceso de depuración
del clero.
-Diócesis españolas.
-Obispos y diócesis extranjeras. Conocer las vicisitudes de
los extrañamientos y exilios.
El diocesano de Vitoria ofrece una muy similar información,
siendo de consulta imprescindible la documentación generada bajo el mandato de
los dos jerarcas provisionales que tuvo la diócesis tras el exilio del obispo
Mateo Múgica: el vicario general Antonio Pérez de Ormazábal (que dirigió las
primeras cartas de traslado a diócesis lejanas del País Vasco), y su sucesor,
el administrador apostólico Javier Lauzurica.
—8→
El archivo pamplonés ofrece, por su parte, un apartado
dedicado a las «órdenes religiosas», lamentablemente aún por catalogar.
Contienen sus carpetas, una por cada orden, básicamente la relación entre sus
superiores y las instancias diocesanas. Sería necesaria una revisión a fondo,
especialmente de las carpetas «jesuitas», «capuchinos» y «escolapios».
3. Tampoco hemos de olvidar la consulta a las fuentes
diocesanas de los obispados que incluyen al País Vasco-Francés (Iparralde); es
decir, las de Bayonne y Dax. Por su cercanía, y en algunos casos también por
las vinculaciones culturales de ambos lados de los Pirineos vascos31, fue ésta
una zona preferida en cuanto a la localización primera de los refugiados, en
especial entre los religiosos.
En la relación establecida entre estas comunidades y la sede
diocesana correspondiente, se pueden rastrear las con toda probabilidad
interesantes visiones de la Iglesia local sobre el exilio y sus causas. En este
aspecto, es especialmente interesante la figura del obispo vasco de Dax,
Clément Mathieu, que destacó por su apoyo activo a la causa de los refugiados,
no sólo religiosos, vascos. Un estudio similar puede hacerse extensible a otros
obispados franceses, donde conste la presencia de exiliados religiosos vascos,
aún de manera más aislada (Agen, Burdeos, Toulouse, Lille o París).
2. Otras fuentes
2.1. Fuentes archivísticas
1. Manteniéndonos en el campo de los archivos eclesiales, las
fuentes romanas (tanto del propio Archivo Vaticano, como de los archivos de las
curias generales de las diferentes órdenes religiosas, e incluso del mismo
archivo de la Embajada española ante la Santa Sede32) nos pueden poner en la
pista del debate que se suscitó alrededor de la situación de perseguidos de
unos religiosos en la nueva España católica, así como de las presiones que el
gobierno español debió realizar al respecto.
2. Además, aunque ya saliéndonos de los límites que nos hemos
marcado en esta comunicación, habría que consultar los «archivos del exilio»33,
pertenecientes a personas o instituciones (Partido Nacionalista Vasco, Gobierno
Vasco34) exiliadas, por las relaciones que se establecieron entre éstas y los
religiosos.
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2.2. Fuentes publicadas y orales
1. La obra clave para entender la génesis y desarrollo del
proceso, es Imperativos de mi conciencia, escrito en 1945 como carta a José
Miguel de Barandiarán por Mateo Múgica, obispo de Vitoria al inicio de la
guerra35. Su valor radica en el hecho de suponer la rectificación del primer
obispo español que apoyó públicamente la rebelión militar36, y que pasó con
esta obra a realizar «una defensa nítida, limpia de sus sacerdotes, seminaristas
y pueblo»37, entre ellos de los exiliados.
2. También aportan datos respecto a la magnitud del exilio
los sucesivos manifiestos y cartas colectivas de sacerdotes vascos en denuncia
del régimen. Se hallan recogidas en varias colecciones documentales38,
destacando especialmente la más temprana: la memoria-protesta dirigida a Pío
XII por varios miembros del clero vasco, de 25-XI-194439.
3. No obstante, quienes mejor pueden expresar las vivencias
del exilio son los propios religiosos que lo experimentaron.
Además de la anteriormente citada revista de los exiliados,
Anayak, hay diversas obras publicadas enfocadas desde esta óptica. Destaca, por
su especial personalidad, la del canónigo de Valladolid Alberto Onaindía:
representante oficioso del Gobierno Vasco ante el Vaticano y tras la derrota,
el padre Olaso de la Radiodifusión Francesa40. Se trata de la serie Capítulos
de mi vida41, en cuyos dos tomos se hallan repartidas las vicisitudes de su
etapa francesa. Del primero es de mencionar el apartado «Evacuación de los
niños vascos al extranjero», que recoge un informe presentado en abril de 1940
a la Santa Sede sobre la situación de éstos y la actuación de los sacerdotes
que los acompañaban; del segundo, tenemos dos importantes apartados: la
introducción (titulada «El exiliado») donde realiza una semblanza del sacerdote
exiliado vasco (pp. 11-15); y los «Retratos», que recogen su visión de
personalidades católicas francesas que conoció: los cardenales Verdier y
Liénart, de París y Lille respectivamente (pp. 270-300), el obispo de Dax,
Mathieu (pp. 301-303), y el escritor François Mauriac (pp. 304-308)42.
También del carmelita Alejandro Larracoechea (Hipólito de
Santa Teresa), tenemos publicados los diarios de sus primeros años de exilio,
entre Roma y —10→ Agen, así como la documentación que recopiló
sobre las gestiones vascas ante la Santa Sede43.
En la misma línea, aunque sin marcar tan explícitamente el
carácter autobiográfico, se hallan diversas publicaciones del sacerdote
exiliado Iñaki de Azpiazu44, en especial la pequeña carta dirigida al
secretario general del Concilio Vaticano II45; o el libro más tardío del
también sacerdote Julen Rentería46.
Pero más importancia adquieren, en estos momentos, las
fuentes orales, sobre todo por la urgencia que tiene su obtención. El reciente
fallecimiento del escolapio Justo Mocoroa47 nos recuerda el hecho de que, en el
plazo de no más de diez años, probablemente desaparezcan los protagonistas de
este exilio. José Miguel de Barandiarán, el padre de la prehistoria vasca y
refugiado durante más de una década en la localidad vasco-francesa de Sare,
cuenta ya con 101 años de edad48.
—11→
ArribaBibliografía
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-DE LA GRANJA, José Luis; «Archivo de la Guerra Civil de
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