ARANTZAZU EUZKO ETXEA LIMA

jueves, 1 de mayo de 2014

El Misionerismo y la presencia religiosa vasca en América (1931-1940): Dificultades y emigraciones forzosas
Óscar Álvarez Gila

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0. Introducción
El decenio que abarca, de una manera aproximada, los años 30 del presente siglo, va a suponer una dislocación en el proceso constante y constantemente ascendente que la presencia religiosa vasca en Hispanoamérica, y en general en otros continentes, estaba experimentando desde 1880.
La segunda Guerra Carlista marcó, de hecho, el final de las grandes ofensivas anticlericales del siglo XIX, materializadas de manera especial en las dos exclaustraciones vividas en 1835 y 1868. Algunos de los religiosos (y sacerdotes) más decididamente carlistas marcharon a América; los que se quedaron, a pesar de algunas reticencias iniciales para permitir la apertura de conventos «en el norte», pronto pudieron volver a la normalidad de la vida religiosa regular en el País Vasco.
A partir de ese momento, las órdenes religiosas conocieron medio siglo de relaciones más que aceptables entre la Iglesia y el nuevo régimen de la Restauración. Esta pax romana les permitió, no sólo su recomposición y desarrollo por España, sino también realizar el que para muchas de ellas era su primer salto ultramarino y establecimiento en los diversos países americanos de habla hispana. Si en 1880 tenemos allí localizados una cifra de 100 religiosos vascos, para 1900 ya eran 403, 756 en 1920 y 913 en 19191.
En 1931 se produce un corte en la regularidad del envío existente hasta ese momento. Desde ese año, y hasta 1940, la presencia religiosa vasca en América va a experimentar momentos de un gran auge, por una afluencia masiva de personal desde Europa, separados por años de práctica congelación en los envíos a destinos ultramarinos.
El primero de los momentos corresponde a un problema general a toda España, el temor que produce en ciertos sectores de la Iglesia la llegada de la Segunda República. El otro, en cambio, es un hecho específicamente vasco, y que afecta además sólo a un determinado sector de su clero: la situación del llamado «clero vasco»2, en especial tras la toma de Bilbao en junio de 1937, en plena Guerra Civil.


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1. El primer momento. Mayo-diciembre, 1931
Casi desde el mismo momento en que se proclamó, el 14 de mayo de 1931, la Segunda República, la Iglesia católica española (entendida como su jerarquía) dejó patente su desconfianza hacia el nuevo régimen.
Sin haberse llegado a una simbiosis oficial, era un hecho que Iglesia y Estado habían logrado una entente, plenamente satisfactoria para ambas, durante los años de la Restauración borbónica. Es muy significativo que esta jerarquía no pronunciase su público acatamiento al nuevo poder, hasta que así se le ordenase expresamente desde el Vaticano3; el decreto de libertad religiosa, que sancionaba la aconfesionalidad y el librecultismo de la nueva República y desplazaba a la Iglesia católica de su anterior posición de primacía, no hizo sino acrecentar la prevención eclesiástica. Las quemas de conventos, el victimismo encarnado en la huida del cardenal Segura, la confusión entre política y religión en medios católicos y no católicos, eran otros tantos signos de un desentendimiento cuyo máximo exponente sería la primera expulsión del obispo de Vitoria, el integrista y monárquico Mateo Múgica, al exilio francés.

1.1. Dificultades para el misionerismo vasco

Es el movimiento misional diocesano uno de los aspectos en los que se puede observar de forma más directa los efectos de esta nueva y difícil situación en la vida de la Iglesia vasca, y más concretamente de los aspectos no directamente relacionados con las tan estudiadas jerarquías.
El periodo 1918-1930 había sido los años dorados de la propaganda misional en España. Las misiones se habían convertido en el «gran tema» en el que convergían gran parte de las actividades de la Iglesia española. Surgieron durante esos años diferentes asociaciones, colectas y otras muchas iniciativas con el denominador común de informar sobre y recaudar apoyo para las misiones católicas.
Nos encontramos ante un movimiento que se hallaba en gran medida encabezado por vascos. En el triángulo Vitoria-Pamplona-Burgos surgieron y tuvieron sus primeras sedes centrales españolas las tres grandes asociaciones propagandísticas católicas, las Organizaciones Misionales Pontificias4. Las diócesis de Vitoria y Pamplona pugnaban por el primer puesto de toda España en sus recaudaciones misionales.
En Vitoria, además, la creación en 1922 de un «Secretariado de Misiones»5, cuyo fin era constituirse en el centro activo de la propaganda misional por la diócesis, supuso un hecho clave. Al año siguiente las recaudaciones se doblaron: se organizaron   —3→   «días misionales» (a los que acudían propagandistas preparados por el secretariado) y dos grandes semanas en Bilbao y San Sebastián.
Entre los primeros colaboradores del secretariado, y que en 1926 pasaría a ser su director, se hallaba el sacerdote José de Ariztimuño. Su trabajo en este organismo le llevó, además de a implantar progresivamente el modelo de propaganda parroquial que había observado en Italia, a dirigir y escribir periódicamente para su revista Gure Mixiolaria / Nuestro Misionero. Estrictamente bilingüe, fue en ella donde comenzó Ariztimuño a escribir en vasco, animado por Manuel de Lekuona (encargado de la traducción euskérica de los artículos) y a utilizar el sobrenombre por el que es conocido, Aitzol.
Aitzol abandona el secretariado a inicios de la década de los treinta, para dedicarse más de lleno a otras actividades, entre ellas la literatura vasca para la que ha sido ganado. Desde Gure Mixiolaria, realizando un resumen de los diez años precedentes, se rezumaba optimismo para el futuro: «No dudamos que la década que empezamos ha de ser verdaderamente consoladora para [...] salvación de los pobres sin fe»6.
No fue así. Por una parte, las recaudaciones iniciaron un rápido descenso, en buena medida debido a la crisis económica. Pero más gravedad revistieron las cortapisas que la nueva situación política ponía al tradicional modo de hacerse la propaganda misional. La imposibilidad de celebrar los anteriores y multitudinarios actos públicos cerró todo camino a los alardes en los que se habían basado los «días» y «semanas» misionales. En 1931, la asamblea de propagandistas de Vitoria recomendaba que «allí donde no convenga o no sea posible la procesión misional, se organice una velada u otro acto público, interesando en su celebración al mayor número de personas posibles»7. Los días habían quedado reducidos a «sermones, pláticas y conferencias»8.
Cuando en marzo de 1933 se pudieron reanudar las semanas misionales, en San Sebastián, eran evidentes los cambios producidos respecto a la última celebración. Seguía presentando los actos puramente religiosos, como triduos o misas, y las conferencias y veladas teatrales en el Gran Kursaal; pero ya no había actos callejeros, ni se contaba con la participación de las autoridades civiles.



1.2. Las primeras emigraciones forzosas

El estado de prevención originado entre los religiosos por todas estas dificultades, vino a culminar en alarma tras la aprobación de la Constitución, en noviembre de 1931.
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No sólo se declaraba, en su artículo 26, la absoluta separación entre Iglesias y Estado. Se añadía además una cláusula, que no era sino un ataque directo a la Compañía de Jesús:
Quedan disueltas aquellas Órdenes religiosas que estatutariamente impongan, además de los tres votos canónicos, otro especial de obediencia a una autoridad distinta de la legítima del Estado. Sus bienes serán nacionalizados y afectados a fines benéficos y docentes.


Siguiendo el mandato constitucional, el 24 de enero de 1932 la Gaceta de Madrid publicaba la orden de disolución de la Compañía.
Esta disolución nunca fue continuada por decreto exclaustrador general alguno. Su fin era servir de equilibrio entre los más radicales, a los que se contentaba actuando con firmeza contra la tradicional «bestia negra» católica, y el pragmatismo que desaconsejaba realizar cualquier acto que pudiera descalificar a la joven república.
Sin embargo, sí provocó en el resto de las órdenes el convencimiento de que tal medida exclaustradora podría ser tomada en cualquier momento. El mismo artículo 26 dejaba abierta la posibilidad de disolución de una congregación religiosa de manera discrecional por el Estado. Como escribía el provincial franciscano de Cantabria a su correspondiente de la provincia francesa de Saint-Denis:
C'est avec une confiance franciscaine que je m'adresse a Vous, pour vous proposer une question que me préoccupe. Vous étés au courant des événements politiques de l'Espagne et quand la loi d'Assotiations soi publié peut être nous serons au risque d'être exilés9.


La reacción fue la búsqueda, en un plazo corto de tiempo, de refugios en el extranjero, para el caso de que ocurriera tal eventualidad y hubieran de partir al exilio, como ya lo habían hecho los jesuitas a Bélgica. Los países preferidos para esto eran los europeos, especialmente la vecina Francia; la cercanía a España era considerada como la principal de las características exigibles al posible refugio, por lo que parece que en ningún momento se planteó un exilio definitivo, sino una simple marcha con la mirada puesta en la vuelta a España.
Las gestiones no se hicieron esperar. Hubo algunos casos en los que se contactó con las provincias francesas de cada orden religiosa, como los antes mencionados franciscanos de Cantabria:
C'est pour quoi en cas de cet évenement malheureux, je me permets vous demander, si vous sériez prêt a admettre dans les couvents de votre Province Seraphique quelques Pères et Frères [...]10.


Sin embargo, en prácticamente todos los casos se optó finalmente por establecer una residencia propia, en el caso vasco por lo general localizada en el País Vasco francés, o a lo sumo en la Aquitania, en un arco de Burdeos a Pau. Así, los franciscanos vascos acaban instalándose en Saint-Palais, en la Baja Navarra;   —5→   los carmelitas de la provincia de «San Joaquín de Navarra» en Dax y Agen; los pasionistas, cuya curia radicaba en Deusto, en el pueblo labortano de Ascain, a escasos kilómetros de la frontera guipuzcoana. Sólo los agustinos recoletos, entre cuyas filas eran muy numerosos los navarros de la Ribera, prefieren establecerse en Inglaterra11.
Sin embargo, y antes incluso de que comenzaran a hacerse estas gestiones, las jerarquías de las órdenes religiosas ya habían realizado, de un modo inmediato en el mismo 1931, el traspaso de ciertos de sus miembros más «débiles» al extranjero: su personal en formación. El movimiento es de tal magnitud, que en tan sólo tres meses el Secretariado de Misiones de Vitoria contabiliza la partida de alrededor de cincuenta religiosos de ambos sexos a misiones en general, de los cuales significativamente destaca que «envían de todo, desde misioneros ya formados hasta jóvenes coristas»12; lo cual indica el carácter anormal del envío de estos últimos.
El destino preferente de estos religiosos es América: es el único lugar donde las órdenes religiosas, por lo general, tienen casas formadas propias (es decir, dependientes de los mismos superiores que en España). Es, por lo tanto, donde más rápido acomodo pueden encontrar los neoprofesos y coristas, y donde con más garantías van a poder continuar su proceso de formación sin excesivas rupturas.
Como se observa en el cuadro número 1, los religiosos vascos presentes en Hispanoamérica aumentan, de finales de 1930 a finales de 1932, en 76 (cuando la media de los años precedentes, que pueden ser considerados todavía dentro del boom que esta presencia vive desde 1918, es de 15 anuales). El mismo año 1931 conoce la mayor cifra de primeros envíos a América13 de todo el periodo 1820-1960, 86 religiosos, de los cuales nada menos que 39 son coristas.
Cuadro n.º 1: Número de religiosos vascos presentes en Hispanoamérica. Elaboración propia.
AÑO   NÚMERO      AÑO   NÚMERO
1930  924    1936  1000
1931  980    1937  1006
1932  1000  1938  1037
1933  996    1939  1047
1934  1003  1940  1061
1935  1000             
Así, los carmelitas descalzos vascos envían sus estudiantes a los conventos que poseían, desde 1899 y 1911 en Chile, Perú y   —6→   Colombia14, en clara contradicción con su práctica habitual hasta ese momento, que consistía en enviar sus misioneros jóvenes sólo (e inmediatamente) después de haber sido ordenados.
Los agustinos recoletos de la provincia de San Nicolás de Tolentino o «Filipina», con curia en Marcilla (Navarra), llegan a realizar un envío a su misión venezolana, inaugurada en 1898, compuesto por un sacerdote y sus diez alumnos coristas, de ellos cuatro navarros.
Sólo los jesuitas, por razones obvias, envían a ese mismo país una mayoría de personal ya formado.



1.3. Compás de espera

Los cuatro años siguientes supusieron, para la presencia religiosa vasca en América, la primera paralización de su ritmo ascendente. Por primera vez desde 1840, se producían sendos saldos negativos, en 1933 y 1935 (cuadro n.º 1). A mediados de 1936 encontramos en Hispanoamérica no sólo el mismo número de misioneros vascos que había cinco años antes, sino que además éstos eran prácticamente las mismas personas. Todo el proceso de envío y vuelta de las casas americanas a las europeas, si no se había paralizado, por lo menos sí que había sufrido una ralentización.
La nueva situación política, pero sobre todo la ofensiva que ante ella lanzó la Iglesia, y que necesitaba del concurso de todas las fuerzas católicas, fue posiblemente el principal de los factores que hizo que se retuvieran a este lado del océano a los que, en condiciones normales, hubieran acabado ocupando destinos en América.





Arriba2. El segundo momento. Julio, 1936-enero, 1940

2.1. El «clero vasco» tras la Guerra Civil

Una de las más importantes diferencias entre las generaciones de eclesiásticos (especialmente las más jóvenes) que componían el cuerpo religioso vasco en 1936, y sus inmediatas antecesoras se hallaba en la política. El nacionalismo iba ganando terreno en estos sectores del clero, en detrimento de la atracción afectiva que aún sentía la generación anterior por carlismo e integrismo15, como era el caso del obispo Mateo Múgica.
La relación entre este filonacionalismo clerical y las jerarquías se estableció, por lo general, a caballo entre la represión y el pragmatismo, con tendencia a incidir en lo primero16. La   —7→   misma jerarquía que admitía la participación de sacerdotes en actos políticos carlistas o tradicionalistas17, atacaba duramente, bajo la acusación genérica de hacer política, a los que mostraban simpatías nacionalistas.
Dentro de las mismas órdenes religiosas, llegaron instrucciones tendentes a cortar los brotes que pudieran haber surgido. En 1933, el general franciscano en Roma envió instrucciones al provincial de Cantabria al respecto:
[...] han llegado a la Santa Sede quejas contra algunos religiosos que, atendiendo a intereses personales y regionales, desoyen la voz y los mandatos de los Prelados diocesanos que procuran la unión de todos los Católicos a fin de conseguir el triunfo de la causa católica [...]. Por lo mismo exhorto y mando a todos nuestros religiosos, Superiores y súbditos, que depongan todas las afecciones particulares de partido y de región [...]18.


En esta situación, llegó a considerarse dentro de dichas «afecciones de región» cualquier participación activa en el desarrollo de la cultura o la lengua vasca. Incluso la predicación en euskera, impuesta por la simple necesidad de hacer entender el mensaje cristiano al pueblo que se quería adoctrinar, podía tomarse como un signo de apoyo a las tesis separatistas. Reaparecían los fantasmas que había lanzado el abad de La Calzada, en su protesta contra la creación de la diócesis de Vitoria en 186219: el hecho de establecerse en el Seminario vitoriano unas clases de antropología (a cargo de José Miguel de Barandiarán), unido a las exiguas clases de vasco que ya se impartían, hizo que se recibieran denuncias sobre la infiltración del nacionalismo en el centro20. Y el mismo Secretariado de Misiones vitoriano fue objeto de parecidas acusaciones.
La Guerra Civil, y sobre todo la conquista, en 1937, del último territorio vasco por las tropas insurrectas, van a suponer el inicio de una persecución sistemática contra estos sectores del clero. No sólo afectó a los que realmente defendían ideas nacionalistas de palabra u obra, sino también a aquellos que no habían apoyado incondicionalmente el alzamiento desde su inicio, culpables por omisión. Y no hay que olvidar que, por otro lado, fueron muchos los sacerdotes y religiosos que colaboraron con el nuevo régimen.
Aunque en los primeros días de la guerra, los obispos de Vitoria y Pamplona sólo condenaban la «alianza antinatural entre católicos y enemigos de la religión»21, tras la toma de Bilbao es el propio ideario nacionalista el que recibe los ataques:
Para siempre (todo hay que decirlo) desaparecerá también de nuestra tierra ese clérigo secular, o regular, que daba durante los últimos años el lamentable espectáculo de la traición a la Patria desde las gradas sacrosantas del altar o   —8→   desde las alturas doctorales del púlpito. La gran vergüenza del clero separatista, ese también se acabó para siempre22.


Se ha publicado mucho sobre la depuración que se realizó entonces contra el clero secular, tanto en la diócesis de Vitoria como en la de Pamplona. Tras la alarma de los primeros fusilamientos de sacerdotes, en Vitoria la represión quedó confiada a las manos eclesiásticas del «hombre que hablaría de Dios hablando de España», el administrador apostólico Javier Lauzurica. Mateo Múgica, nuevamente, había partido al exilio. En Navarra se dieron casos de confinamientos, sanciones e incluso algún fusilamiento23.
Se incoaron procesos canónicos, alejando de los cargos de responsabilidad a las personas que no habían demostrado claramente una consonancia con los ideales de la cruzada. Más de 800 sacerdotes sufrieron algún tipo de represión24.
Pero también en el clero regular se dieron denuncias25; las curias de las diversas provincias vieron cómo eran relegados de cargos de responsabilidad los más sospechosos:
Puedo afirmar que Padres muy dignos fueron excluidos de cargos de importancia, porque la prudencia exigía en las actuales circunstancias su exclusión por parecer inclinados a la política vasquista, que tampoco debe confundirse con el separatismo26.


Incluso se intentó hacer desaparecer alguna de las provincias vascas ya formadas. Entre los pasionistas, se propuso «la simple anexión de las casas de Bilbao, Irún, Angosto y Tafalla a la provincia de Castilla, dejando para la Provincia del Norte tan sólo las casas de Gabiria y Villarreal de Urrechu»27.



2.2. El exilio: modos, vías

A pesar de todo, la medida que afectó a más personas fue el alejamiento, forzado o aconsejado, del País Vasco. Existían ya antecedentes de haber utilizado este recurso al extrañamiento, en concreto a las misiones de Hispanoamérica, de religiosos sospechosos de nacionalismo vasco; así había ocurrido entre los capuchinos de Navarra-Cantabria-Aragón hacia los años 1910-191528.
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Hubo algunos casos en los que es la propia autoridad pública la que ordena toda una serie de deportaciones, confinamientos e incluso encarcelamientos de religiosos, lejos de Euskalerria. Ya al poco de tomar Guipúzcoa, los jefes militares habían dictado algunas expulsiones de la provincia29; lo propio hará el mando militar competente al ocupar Bilbao30. En Navarra la comandancia de Pamplona contaba con listas de aquellos que debían ir al destierro, entre ellos el provincial de los escolapios31.
Pero, en otros muchos casos, fue la prudencia la que aconsejó estos alejamientos. Y en este caso, no bastaba con salir a regiones españolas más o menos alejadas del País Vasco. Como se quejaba Mateo Múgica, respecto a los sacerdotes diocesanos de Vitoria:
[...] unos antes y otros después, salieron muchos de mis sacerdotes al extranjero, o a otras diócesis de España [...] huyeron a Inglaterra, a Bélgica, a Francia, a las Américas32.


Y en aquellas órdenes con una presencia misionera en otro continente, el dar destino para esos lugares a los más implicados era una solución, convertida en la casi única posible después de que los conventos franceses hubiesen dejado de ser seguros, tras el inicio de la Segunda Guerra Mundial33. Nuevamente, América se convertía en un lugar de refugio para los exiliados, como señalaba el provincial franciscano de Cantabria, en 1939:
Por esta prudencia previsora, sin que ninguna autoridad ni civil ni militar nos obligara, destinamos en los primeros días de mi gobierno -agosto de 1937- a la Misiones de Cuba y del Paraguay a unos cuantos Religiosos, que en tiempos pasados se habían distinguido algo por sus aficiones políticas34.


No sólo los franciscanos aplicaron esta política de prudencia35. El provincial capuchino, además de dar obedientias simulatas36 a Chile y otras misiones, aprovechó la coyuntura para dar los primeros pasos en la creación del comisariato ecuatoriano,   —10→   intentando responder a las primeras peticiones de personal que desde Ecuador se le hacían, con religiosos residentes en el exilio de los conventos franceses, en 1938.
No obstante, el caso más espectacular fue el de los jesuitas. Aquellos que no serían bien recibidos en la nueva España no volvieron del exilio belga, y desde su refugio coyuntural de Europa dieron el salto definitivo a América37. Se produjo así un aumento notable de personal vasco en las residencias venezolanas; pero sobre todo en las centroamericanas. En los catálogos de esos años de la provincia de Castilla38 se puede comprobar el increíble aumento de personal que tiene la recién creada (1937) «viceprovincia Centroamericana». De los 17 jesuitas que había en 1937, se pasa al año siguiente a nada menos que 5539.
De esta manera, tras los años de paralización republicana antes mencionados, los tres últimos de la década van a conocer, aunque a menor escala que lo visto en 1931, un aumento de la presencia de religiosos vascos en Hispanoamérica (cfr. cuadro n.º 1). Este aumento se vuelve más significativo, al comprobar su carácter coyuntural por el hecho de ser un fenómeno aislado: los años siguientes se seguirá produciendo un estancamiento en la presencia, que no volverá a crecer hasta pasada una década.
Pero el aumento producido entre 1937 y 1940 también presenta diferencias cualitativas con la huida de 1931: se trata de una emigración de personal ya formado, y en muchos casos con una anterior experiencia americana. Encontramos numerosos misioneros que parten a América a una edad desacostumbrada, atendiendo a la manera de proceder anterior de las mismas órdenes religiosas.
En los capuchinos toda una serie de religiosos son enviados a Argentina o Chile veinte años más tarde que sus compañeros de generación40. La media de edad de los envíos de carmelitas descalzos a Chile se sitúa, entre 1937 y 1938, en alrededor de 48 años41. En ambas órdenes también observamos personas que, habiendo cumplido ya sus años misioneros, han de volver a cruzar el Atlántico.
Un caso singular va a ser el escolapio, en el que la persecución va a incidir de un modo especial. Quizá debido a la voluntad férrea que atribuye Julen Rentería a sus superiores42, el hecho es que en los primeros años de régimen franquista no enviaron a América a los religiosos considerados más peligrosos por las autoridades, aunque sí dejaron a muchos oscurecidos en cargos inferiores   —11→   a su capacidad, como simples maestros en los colegios de la orden. No será hasta los años cincuenta cuando saquen del ostracismo a tres de estos escolapios, que serán los que pongan las bases de la presencia de la provincia de Vasconia en Venezuela, Brasil y Japón43.



2.3. Diferenciaciones regionales y entre institutos

Esta última emigración forzosa que conoce el decenio, por su carácter selectivo, no va a afectar por igual a todas las órdenes, puesto que va a mostrar grandes diferencias atendiendo al lugar de nacimiento de los religiosos.
Desde 1820, es ésta la primera ocasión en la que la evolución general que se observa para el conjunto de Euskalerria no tiene un reflejo más o menos fiel en las evoluciones parciales de las diferentes provincias. Observando la variación de religiosos presentes en América (cuadro 2), entre 1935 y 1940, diferenciados por el origen geográfico, obtendremos las siguientes cifras:
Cuadro 2: Evolución del número de religiosos vascos en Hispanoamérica, de 1935 a 1940, por provincias44. Elaboración propia.
GUIPÚZCOA            VIZCAYA       ÁLAVA           NAVARRA
1935  256    197    107    426
1940  273    228    103    425
Dos zonas se perfilan claramente: por una parte la Euskalerria costera, donde se experimenta en gran medida la situación ya descrita de persecución y huida; y por otra parte Navarra y Álava, con una situación más compleja, sobre todo en la primera de ellas.
Se pueden encontrar dos causas para explicar esta evidente singularización regional de las regiones del interior. Por una parte, el clero de ambas provincias estaba considerado menos sospechoso, e incluso más proclive a la colaboración. En Álava, y especialmente en Navarra, el apoyo al levantamiento estaba muy extendido, y en general su «clero diocesano fue el pilar de la insurrección»45.
La segunda causa reside en la falta de clero, que al menos tenemos comprobada en Navarra, motivada por los efectos de la guerra. El obispo de Pamplona, el baracaldés Marcelino Olaechea, en su pastoral sobre el día del Seminario de 1939, escribía:
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¡En Navarra escasean también los sacerdotes! y esa escasez durará años y será más intensa en los que vamos a vivir. Hemos tenido cerca de ochenta parroquias sin cura [...]46.


Dada esta situación de necesidad, un envío masivo de eclesiásticos al exterior corría el peligro de ser interpretado de un modo negativo. En este sentido, tenemos constatados incluso casos de sacerdotes diocesanos, que retornan en este momento tras una estancia americana. El ejemplo más destacado, por la relevancia que alcanzó a su vuelta, es paradójicamente un vizcaíno: Zacarías Vizcarra, residente desde 1912 en Buenos Aires, que pasa a ser nombrado nuevo director de la Unión Misional del Clero en España, el año 193847.
Navarra es, como hemos indicado, el caso más complejo. La aparente situación estacionaria que parecen indicar las cifras (cuadro n.º 2), oculta en realidad unas muy grandes divergencias entre las diferentes órdenes religiosas: mientras algunas ven aumentar espectacularmente su personal navarro en América en esos cinco años, otras experimentan un descenso de idénticas características, que llegan a neutralizarse mutuamente. Capuchinos y jesuitas fueron los que sufrieron el mayor exilio en Navarra, mientras que la orden agustina recoleta tenía en 1940 tres religiosos menos en América que diez años antes.
Esta diferenciación entre órdenes, a pesar de todo, sólo es atribuible al origen geográfico del que cada una de ellas extrae mayoritariamente sus vocaciones. Por ejemplo, los agustinos recoletos provienen fundamentalmente de pueblos del sur de la merindad de Olite, o de la de Tudela. Su descenso en número se halla así relacionado con el hecho de ser éste el único momento en el que los tradicionales focos misioneros navarros (Pamplona y la ribera de Tudela) ceden su puesto a otras zonas, que nunca habían destacado ni destacarían después en este aspecto, por ejemplo al valle del río Araquil, o al de Larraun (mapa n.º 1)48.



2.4. Una emigración vasquista

La característica diferencial de esta emigración forzada, es que se trata de un grupo de religiosos unidos, además de por la religión, por una vinculación especial y activa hacia Euskalerria y lo vasco; ya fuera desde unos planteamientos culturales, ya fuera desde una ideología nacionalista. Los núcleos que se van a formar en los diversos países sudamericanos donde finalmente se instalen, van a reflejar esta vinculación.
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En el campo estrictamente cultural, se puede afirmar que fue el de estos religiosos uno de los grupos más activos, especialmente en los primeros años y en el terreno específico de la lengua vasca y todo lo relacionado con ella.
Nombres más o menos conocidos se distribuyen por todo el continente. En Cuba encontramos a Imanol Berriatua, o al antes citado Basilio de Guerra, ambos franciscanos. El grupo de jesuitas centroamericano, capitaneado por Jokin Zaitegi y su Euzko-Gogoa y entre los cuales encontramos, entre otros, a estudiosos como Jorge de Aguirre o José María Estefanía, llega a tener ramificaciones entre sus compañeros de orden, igualmente vascos, de Venezuela, donde trabaja activamente un Luis María Arrizabalaga. En Chile, hallamos en los conventos carmelitas a Pedro Ormaechea Aldama, o al poeta zornotzarra Santiago Onaindia. En Argentina, por su parte, un importante núcleo de capuchinos (así como algunos sacramentinos, trinitarios o canónigos regulares de Letrán) se integra en las iniciativas vascas surgidas en el país, que habían tomado un nuevo impulso debido al mismo exilio. Bonifacio de Ataun será, así, el primer director del Boletín del Instituto Americano de Estudios Vascos, donde, entre otros, colaborará Jorge de Riezu.
Pero la colaboración de estos religiosos con la comunidad vasca de la diáspora no acabó ahí. En Argentina, en Venezuela, en Uruguay, los religiosos vascos forman auténticos grupos de presión para lograr el apoyo a los refugiados vascos. En los dos primeros países, el apoyo se llegará a materializar en sendos decretos favorecedores de la inmigración de vascos, dirigidos específicamente a la recepción de los exiliados que comenzaban, en 1940 en Francia, a sufrir los problemas de la recién comenzada Segunda Guerra Mundial.



Iglesia vasca y política franquista. Ejemplos en la provincia franciscana de Cantabria

Óscar Álvarez Gila1


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El objetivo de la presente comunicación es presentar dos casos inéditos de religiosos involucrados en problemas, más o menos explícitamente, con la autoridad civil, a causa de actos contrarios a o condenados por el régimen franquista.
La fuente principal utilizada ha sido el Archivo de la Provincia franciscana de Cantabria, en San Sebastián. Igualmente, se han utilizado fondos del archivo de secretaría del Centro Vasco Euzko Etxea de Caracas, bibliografía testimonial de religiosos exiliados y la corta producción historiográfica sobre la Iglesia vasca de 1937 a 1975.





1. La Iglesia vasca en la España de Franco

Iglesia, alzamiento y exilio

Es prácticamente imposible definir la situación de la Iglesia en Euskalerria tras 1939 con otra palabra que no sea la de complejidad.
Es cierto que los obispos que ocupaban las sedes de Vitoria y Pamplona habían demostrado ampliamente su identificación total y absoluta con el régimen. Esto era especialmente notorio en la primera, que había visto expulsado a su legítimo pastor, Mateo Múgica, reemplazado por el administrador apostólico Lauzurica, que se autodefinía como «un general más a las órdenes de Franco». Además, una buena parte del clero diocesano de Navarra y Álava impregnado de un fuerte idealismo religioso y patriótico2, se había identificado en ideas y objetivos con el levantamiento.
Sin embargo, también existía un sector crítico ante esta actitud servil de la iglesia «oficial» para con un régimen que escondía, bajo la defensa de la religión, un totalitarismo de corte fascista rechazado ya desde la misma Roma. Este sector crítico, autodenominado «clero vasco»3, se nutría especialmente de clero   —2→   secular de las provincias litorales, y de ciertos contingentes de clero regular de algunas órdenes (sobre todo: capuchinos de Navarra, franciscanos, lateranenses y carmelitas). Tenían todavía fresca en su memoria la represión sufrida entre sus filas por el grave delito de no comulgar con verdades de fe como la unidad sacrosanta de la Patria Española y el carácter de cruzada del Alzamiento nacional, o simplemente por obstinarse en cultivar el estudio de la lengua vasca, convertido en un dialecto a erradicar.
De esta forma, bajo coacción militar o mediante obedientiæ simulatæ, más de setenta religiosos de las órdenes citadas hubieron de trasladarse a los diferentes países americanos4. Si en 1935 encontramos a 1.000 religiosos vascos destinados en Hispanoamérica, para 1940 su cifra ha aumentado a 1.061, con el añadido de que en esos años también se produjeron bastantes retornos. Era el mayor aumento en términos relativos que experimentaba la presencia religiosa vasca en América desde su reactivación alrededor de 18805.



Cesaropapismo frente a «Iglesia popular»

Una de las consecuencias inmediatas de la guerra respecto al «clero vasco» fue un silencio de varios años en el interior, compensado con una extraordinaria locuacidad desde el exterior. Ya durante la misma Guerra Civil se dirigieron grandes esfuerzos propagandísticos hacia la opinión pública mundial, en especial la católica, para justificar el comportamiento de este clero vasco, caracterizado por una actuación tan desviada respecto a la del resto de la Iglesia española, incluidos sus propios prelados.
En esta línea se enmarca el debate que religiosos exiliados   —3→   vascos en Argentina mantuvieron con el director de la prestigiosa revista católica Criterio, Gustavo J. Franceschi6, acérrimo defensor de Franco, en torno al «asunto» de Gernika. En su opúsculo En el humo del incendio7, Franceschi atacaba frontalmente lo que definía como una intoxicación comunista de la realidad. Ésta no sería otra que la quema de la ciudad por aquellos mismos que decían defenderla y que no dudaron en acusar al Alzamiento salvador de sus propias atrocidades. Las contundentes réplicas, en especial la escrita por el sacerdote bilbaíno ex claretiano Gabino Garriga Villa8, no lograron que admitiera su error públicamente, como se asegura que sí hizo en privado.
Hay que esperar al año 1944 para que una voz eclesial del interior, anónima y clandestina, hiciera pública una primera discordancia en el hasta entonces monolítico discurso de la Iglesia vasca. Ese año, un grupo de sacerdotes vascos difunde una memoria dirigida a Roma, en la que se protesta por la situación política de España, y específicamente por la opresión especial que sufre el pueblo vasco, al que se niega su misma existencia9.
En la huelga general convocada en Vizcaya en 194710, pero especialmente en la de 1951 en toda Euskadi, se hizo patente el divorcio entre el discurso de la jerarquía (que definía en el Boletín Oficial de la Diócesis de Bilbao la actitud de los huelguistas de «pecado mortal» contra «la sumisión en el fuero interno y externo a la autoridad, reflejo en la sociedad de la majestad de Dios»), y numerosos sacerdotes y religiosos que   —4→   colaboraron, por pasiva o por activa, con los huelguistas11. Para entonces estaba ya organizado un núcleo de estos eclesiásticos alrededor de la revista, también clandestina, Egiz, en claro enfrentamiento con la jerarquía vasca, que el 20 de agosto de 1951 prohíbe a los sacerdotes de sus diócesis cualquier relación con dicha revista12. La nueva carta colectiva que el año 1961 envían 339 sacerdotes vascos a Roma pondrá de manifiesto cómo una buena parte de la Iglesia vasca se había convertido en un núcleo antifranquista, y no sólo desde el punto de vista ideológico, sino también de manera práctica, amparando en su seno a diversos grupos de resistencia al régimen.





2. Dos ejemplos de fricciones
Sin embargo, una de las lagunas en la historiografía sobre la Iglesia contemporánea en el País Vasco ha sido, precisamente, la falta de estudios concretos sobre la actitud del clero ante el régimen y los movimientos de oposición al mismo. El centro de atención, en los todavía escasos estudios al respecto, ha sido por lo general las actitudes y vicisitudes de los dirigentes de las diversas diócesis vascas. Sólo algunas obras, como el artículo ya citado de García de Cortázar, y en especial la más reciente de Villota Elejalde13, han desbrozado este terreno, que se presenta sumamente interesante.
Con esta comunicación queremos ofrecer una contribución al tema desde el punto de vista microhistórico. Presentamos así dos casos concretos en los que se hace patente el ambiente de fricciones con el poder civil, que se vivía por parte de un sector particularmente conflictivo de la Iglesia vasca de la época de Franco: la provincia vasca o «de Cantabria» de la orden franciscana14.
  —5→ 
El Centro Vasco de Caracas y la nueva Basílica de Arantzazu

El primero de estos casos se produjo, sin embargo, a raíz de un suceso ocurrido al otro lado del Atlántico, en Venezuela.
A inicios de la década de los cincuenta, y dentro de las actuaciones planteadas por la curia franciscana de Cantabria para recaudar fondos destinados a la edificación del nuevo santuario de Arantzazu (Guipúzcoa), surgió como una opción el recurso a los vascoamericanos. Ya tempranamente, y aprovechando que los franciscanos vascos se hallaban radicados en Cuba desde 1887, los primeros esfuerzos se dirigieron a esta isla15, sin desatender la importante colonia vasca del Río de la Plata.
Pero había un lugar doblemente atractivo, Venezuela, que por aquellos años se encontraba en los inicios de su época dorada, y contaba con una colonia vasca de reciente implantación. Eran casi todos exiliados de la Guerra Civil que había conseguido escalar socialmente merced, entre otras razones, a los contactos y buen hacer de los jesuitas vascos instalados desde años atrás en el país.
En noviembre del año 1956, llega a Venezuela procedente de Cuba un padre limosnero o colector, Francisco Iraola, que inmediatamente establece contactos con la colonia del Centro Vasco Euzko Etxea de Caracas, a través de Isaías Acha, vinculado con su junta directiva16. El recibimiento echa por tierra las previsiones pesimistas de éste, a pesar de no poder dar Iraola, como tenía previsto, una proyección audiovisual en el centro   —6→   sobre el proyecto de la basílica17. Es tal el entusiasmo, que inmediatamente concibe el propósito de «fundar (un colegio franciscano vasco) aquí [...]. Los del Centro mandarían a sus hijos [...]. A mí me han visto mucho y les ha agradado mi presencia y mi euskera, o sea, mi habla en euskera»18. Su propuesta no cae en saco roto, y cuando en febrero de 1957 el provincial de Cantabria inicia las gestiones y obtienen el permiso de Roma, ya indica que el fin de la fundación no es otra que laborar «pro Vasconum assistentia spirituali»19.
Pero es entonces cuando comienzan los problemas, pues era evidente que el mayor centro de propaganda nacionalista vasca existente en aquellos momentos no era otro que la colonia exiliada de Venezuela, estrechamente vigilada desde la Embajada española en Caracas. Cualquier contacto con el Centro Vasco era un motivo evidente de sospecha. El permiso de Roma exigía a los franciscanos vascos contar con la aquiescencia de la provincia gallega de la misma orden, que estaba al cargo de los conventos franciscanos de Venezuela. Sabiéndose en el punto de mira de las autoridades del régimen, los superiores adoptan un doble lenguaje. El mismo día, 10 de abril de 1957, dirigen sendas solicitudes de nihil obstat para la fundación en Caracas; al arzobispo de la ciudad se le indica como razón explícita, la necesidad espiritual de la colonia vasca, que ha solicitado su presencia.
En cambio, al provincial franciscano de Santiago de Compostela, se le habla crípticamente de «la petición y propuesta que algunos elementos residentes en Caracas han dirigido concretamente a nuestra provincia» y unas genéricas necesidades apostólicas de América del Sur20. No se dice ni quién ni por qué, en una ocultación intencionada que trataba de evitarse un grave compromiso   —7→   en el interior con las autoridades, que ya estarían puestas sobre aviso. A la postre sería este asepticismo político el que abortaría el proyecto, ya que ante razones tan poco explícitas, la provincia franciscana gallega acabaría negando su permiso. La sombra de un posible choque con las autoridades españolas había convertido en inútil el intento.



El affaire gurelesa y el franciscano Carmelo Iturria

En 1961, un franciscano llamado Carmelo Iturria21, residente aquel año en la comunidad de Arantzazu, fue destinado al santuario de Copacabana, en Bolivia. A raíz de aquel suceso, su superior recibió diversas cartas de protesta, que suponían que el padre Iturria había sido castigado con este traslado por sus manifestaciones contra el régimen22. Las protestas eran duras, como la de un grupo parroquial eibarrés, que se quejaba de:
[...] la «injusta expulsión» del padre Carmelo Iturria, franciscano. ¿Dónde está el súbdito que usted debe defender? ¿Dónde el campo sagrado de la Iglesia, al que la autoridad civil no puede llegar?23


y anunciaban incluso movilizaciones para evitar dicha «expulsión»:
[...] datorren illaren 5'garren igandean, Kristo Errege egunez, goizeko amaiketatik arratsaldeko ordubik artean Gipuzkoako Gaztedia zuen emengo etxe aurrean izango dezute [...] Aita Karmelo Iturria gure artean gelditzen ezpada24.


No era la primera vez que el guardián del convento de Arantzazu había tenido que capear la embestida de algún cargo del gobierno español, molesto por la aureola levemente antirégimen que se desprendía de algunos actos en los que estaba involucrada la basílica de la patrona de Guipúzcoa y la comunidad franciscana que la atendía. En noviembre de 1952, el corresponsal en España   —8→   de la revista Time, Piero Baporitti, publicó en su edición atlántica una breve noticia, referente a un supuesto cerco que la Guardia Civil había puesto al santuario, descrito casi como un intento de rendición por hambre a unos religiosos caracterizados, de forma genérica, como «rebellious, (that) went on teaching the catechism in the Basque language and talking about Basque national traditions from their pulpits -both serious crimes in the eyes of Franco's government»25. El periódico francés La Presse, pocos días más tarde, recogía y reelaboraba hacia la exageración la reseña26. La indignación llevó al propio ministro español de Asuntos Exteriores a escribir al padre guardián de Arantzazu, exigiendo unas explicaciones que ni siquiera el mismo Baporitti pudo ofrecer, en una polémica epistolar a tres bandas que sólo fue apagada por el cansancio y el tiempo27.
En el caso del padre Iturria, los agraviados e impulsores de la reacción oficial habrían de ser las autoridades provinciales de Guipúzcoa. El 13 de agosto de 1961, como hacía dominicalmente tras la retransmisión de la misa desde Arantzazu, Carmelo Iturria había dedicado su charla radiofónica a una reflexión sobre la encíclica Mater et Magistra, recién publicada. Señalaba cómo no era necesario buscar muy lejos los grupos en vías de marginación a los que hacía mención el Papa; en la misma Guipúzcoa estaban en esta situación, por ejemplo, los pequeños agricultores tradicionales o baserritarras. Coincidía su charla, además, con un momento de tensión entre estos baserritarras y la Diputación, en un clima al que no era ajena la empresa lechera guipuzcoana «Gurelesa».
Inmediatamente, llegó a oídos de los franciscanos la desagradable impresión que había causado la charla de Carmelo Iturria en los medios oficiales:
  —9→ 
Egia da noski zure ill onen 13'garren eguneko sermoian etzenduala zuk Gurelesa izendatu, baña baita entzule guzi-guziak Gurelesaz itzegin zenduala ulertu zutela, ta gaizki, oso gazki mintzatu ziñala, gañera [...]. Gurelesako buruzagi ta zuzendariak ez dute zearo ontzat eman joan dan igandean radioz esan zendutena. [...] Beragatik, buruzagi ta zuzendari oriek ez dute auzi au onenbestez bukatutzat emango28.


Las quejas sólo exigían una reparación pública, en la charla del domingo siguiente, que el padre Iturria retransmitió con la vigilancia previsora del superior. Resaltó entonces que el día anterior no había citado ningún nombre, y añadió que, si alguien se había sentido aludido, sería por alguna razón oculta en su conciencia. La de Carmelo Iturria, según confesó inmediatamente de acabar la emisión al padre provincial, no le permitía otra cosa29. La misma previsión que en 1937 había decidido al superior de entonces a destinar a un padre Basilio Guerra buscado por los nacionales, desde el convento de Forua (Vizcaya) a la misión de Cuba, hizo que se alejase a Iturria del ojo del huracán. Poco tiempo más tarde se integraba en la misión boliviana.




 3. Conclusiones
Los dos ejemplos que hemos señalado, nos ponen de manifiesto, por una parte, el ambiente de clandestinidad en el que se movían en ciertos aspectos amplios sectores del clero vasco (por ejemplo, en todo lo relacionado con la oposición política al régimen, como se aprecia en el primero de los casos). Por otra parte, también nos acercan a la importancia que la cuestión social adquirió en el discurso del clero crítico.
En ambos casos se observa una clara diferencia entre dirigentes y clero de base (en el ejemplo que nos ocupa, dentro de la provincia franciscana vasca), no tanto en el fondo de la actuación de cada uno, sino más bien en el matiz de prudencia que   —10→   los primeros imprimen a todos sus movimientos. En el clero regular, y sobre todo en aquellas órdenes de mayor implantación en Euskadi, los superiores eran elegidos de entre ese mismo clero base; sólo la responsabilidad, casi pública, que adquirían les obligaba en muchos casos a mantener ese doble lenguaje, tendente a mantener las apariencias ante un poder siempre vigilante.
Los otros, los de a pie, que no vivían bajo estas presiones, no tienen que callarse, y mantendrán a la Iglesia como uno de los centros de referencia de la vida social y política de los vascos. De este modo, llevarán su influencia directa o indirectamente a todas las iniciativas que se gestan en aquellos años: incluso el núcleo fundacional de ETA contó con una buena cantera de ideólogos sacerdotes, ex sacerdotes y estudiantes seminaristas.



Eliza, euskal abertzaletasuna eta Ameriketarako erbesteratzea. Ikuspegi orokor bat (1898-1940)

Óscar Álvarez Gila






0.- Eliza Katolikoa Euskal Herrian
Eliza Katolikoak Euskal Herriko bizitzaren atal guztietan izan duen garrantzia aipatzeko beharrik ez dago. Izan ere oraintsu arte, bai Espainiako esparruan eta baita Frantziakoan ere, Euskal Herria beti nabarmendu da bere katolikotasunaren indarra dela eta. Oraindik ere, estatu espainiarraren barnean, bokazio erlijioso gehien eman duen eskualdea Nafarroa dugu1; eta urtean zehar Elizak antolatzen dituen diru-bilketetan (misioen eguna, apaizgaientzako eguna, Karitas-eko eguna etab). Nafarroa gaurdaino lehen postuan mantendu da.
Elizaren presentzia honen garrantzia, beraz, erraz islada daiteke Euskal Herriko bizitza historikoaren atal guztietan; eta, gure ikerketa mugatzen duten azken bi mendetoan, batez ere bi ezaugarri edo adierazpide nagusitan ikus dezakegu:
1.- Alde batetik, Euskal Herriak eman duen bokazio-kopuru zabal-zabalean. Nafarroari (eta berriro ere Nafarroa aipatu behar, Euskal Herrian gai honetan beti aitzindaritzari atxekirik egon delako) noizean behin Elizaren bihitegia izena eman zaio. Datuei begiratu baino ez da beste ezer egin behar. Adibidez, 1961-ean Espainiatik kanpo bizi ziren erlijioso estatu-espainiarrak zenbatu zituen errolda baten arabera, probintziaz probintziako ranking-ean, Hego Euskal Herriko lau lurraldeak lehendabiziko zortzien artean aurkitzen ditugu (ik. 1. laukia).
Postua           Probintzia    Kopurua
1.a      NAFARROA  3 775
2.a      Burgos          2 253
3.a      GIPUZKOA   1 707
5.a      BIZKAIA        1 334
8.a      ARABA          905
1. Laukia: 1961-I-1ean Espainiatik kanpo destinaturik zeuden erlijioso eta apaizak2.
2.- Bestetik, historia garaikidean Euskal Herriko bilakaera politikoan erlijioaren auziak eta elizgizonek hartu duten partea kontutan hartu behar dugu. García de Cortazarrek dioenez, «apaizak sakristiara» lemapeko liberalen nahia, Euskal Herrian inon baino gutxiago bete zen, esamolde hutsa bihurturik geratuz3. Eliza gizartean leku publiko eta maila goreneko baten bila ibili zen etengabe, eta baita lortu ere. Elizak, benetako boterea zuen euskal gizartean; eta ez zen botere hau eragin ideologiko soilean geratu. Are gehiago: botere zibilarekiko harreman eta lotura hain estuak zituen, Euskal Herriko gizartearen gidaritzan Elizaren esanetatik urruntzerik ez zegoela. Berriro ere García de Cortazarren hitzak hartuz, «Aro Garaikideko euskal Elizari leku guztietatik politika dario. Politika onartua zein ez onartua, baina beti politika»4.




1.- Eliza Katolikoa eta politika Euskal Herrian
Horrexegatik, beraz, euskal gizarteak bizi dituen mugimendu eta aldaketa politiko guztiek eragin bikoitza sortarazi dute Hego Euskal Herriko Elizan.
-Alde batetik Elizaren barnean ere mugimendu eta aldaketa hauek ia automatikoki isladatu dira, Eliza ez baita mundutik aparte kokaturik dagoen izaki perfektu bat, sustraiak lurrean erroturik baititu: munduan antzezten baitu bere papera, eta munduan hornitzen baita behar duen pertsonalez.
-Eta bestetik, auzi politiko guztietan, lehendabiziko karlistadatik Franco-ren garaietaraino, Eliza bera auzigaietako bat izan da. Onerako ala txarrerako, kontra ala alde, plazaratzen zenean, edozein ideologiak Elizarekiko eta Elizaren nagusigo politiko eta sozialarekiko bere jarrera azaltzen zuen, salbuespenik gabe.
Arazo politikoen aurrean euskal apaizgoaren barnetik aterako zen erantzuna ere bikoitza izango zen. Elizaren abotsa ez zen bakarra ezta batua ere izango. Asko laburbilduz eta bakunduz, etenduraren bi aldeetan, aurrez aurre, apaizgo xumea eta hierarkiak zeudela esan daiteke. Etendura hau bi mendeetan zehar nabari dezakegu; XIX.ean ahulduagorik edo ezkutuagorik, begi bistan XX.ean.
Gainera, abots edo eritzi desberdin horien artean, gehiengoak (edo, behintzat, gutxiengo ez hain txiki batek) indarrean zegoen botere politikoarenak ez ziren aburuak defendatu dituela azpimarratzekoa da. XIX mendean, liberalismoaren aurka (karlismoa, eta oro har tradizionalismoa); XX. mendean, euskal abertzaletasunaren alde5.
Guzti hau dela eta, apaizgo honek (bereziki oinarrizko euskal apaizgoak), eritzia hauek defendatzearengatik erasoak jasango ditu.
1.- XIX. mendeak erasook botere politikotik etorriko zitzaizkien. Elizaren barnean, behintzat oinarrizko eritziaren esparruan, nolabaiteko batasuna ba omen zegoen, nahiz eta praktikan goiko hierarkiek botere politikoarekin harreman on eta zibilizatuak mantentzeko taktika erabiltzen zuten.
Esaterako, gerrate karlistetan apaiz xume asko6 buruz belarri sartu ziren karlismoaren alde, Fidel de Sagarminagak salatzen zuen bezala7. Hierarkiek, aldiz, bestelako jokaera hartu zuten, haien menpeko apaizak bezain karlistak baziren ere. Bai apaizgo sekularrean baita erregularrean ere, goiko karguengan zuhurtasuna beste portaera guztien gainetik nagusitu zen8. «Egitan, apezpikuek haien apaizgoak beste higuindura sentitzen zuten liberalismoaren hastapenen aurrean, baina mitra edukitzearekin konpontzaletasuna eta paktuetarako joera pizten zitzaizkien»9.
2.- XX. mendean, haatik, erdi-batasun hau apurtu egiten da. Oso goizetik, plazaratzen diren unetik bertatik, Sabino Aranaren teoriek eta planteamendu politikoek erantzun gero eta indartsuagoa jasoko zuten euskal apaizgoaren sektore zabaletan.
Belaunaldien arteko aldaketa batean, apaiz eta apaizgai gazteak ditugu, batez ere, euskal abertzaletasun jaioberriari atxekitzen diotenak. Hor dugu, besteak beste, Evangelista de Ibero10 kaputxino nafarraren garrantzia euskal abertzaletasunaren lehendabiziko une haietan: eredu eliztarrei jarraituz, abertzaletasunaren benetako katixima edo dotrina bat idatziko du (Ami Vasco, euskarazko itzulpenean Euzko Ami), ideologia politiko honen herri-zabalkundean erabiltzeko.
Askotan, elizgizonen portaera hau azaltzeko nahiean, zio erlijiosoak baino ez dira aipatzen, apaizek soilik abertzaletasun aranatarraren osagarri ultrakatolikoari begiratzen ziotela suposatuz. Egia da, bai, Aranaren ideologian katolikotasuna euskaltasunaren ezinbesteko zatia dela (gu Euzkadirentzat, eta Euzkadi Jaungoikoarentzat), baina horrekin batera zenbait atal «irenskaitz» bazuen, Estatuko agintariekin aliantza hurbilean zeuden Eliza espainiarreko zuzendarientzat. Abertzaletasunak Estatuaren oinarri lejitimatzailea (herri espainiarraren batasuna) kolokan jartzen zuen, euskal naziotasuna aldarrikatzen zuelako.
Guzti hau dela eta, erasoak handik aurrera agintari eklesiastikoek beraiek gidatuko dituzte, botere politikoarekin erabateko adostasunean eta lotura zuzenenan. Batez ere, hierarkien jokaera hau apaizgo sekularraren kasuan ondo ikusten da. Izan ere, oso gutxi izan baitziren, urte haietan, Iruñeko zein Gasteizko gotzaitegietatik pasatu ziren apezpiku euskaldunak11; horrez gain, Espainiak eta Batikanok sinaturiko Konkordatoaren arabera, apezpikuak gobernuak aurkezten zituen. Eliza administraritza publikoaren beste atal bat balitz bezala; apezpikuek, erlijioaren gaietaz arduratzeaz gain, sistema politikoaren egonkortasuna eta aberri espainiarraren batasuna defendatzeko ardura hartua zuten beren gain. Hortan inskribatzen dira, adibidez, 1913an Madril-go nuntzio apostolikoak Euskal Herriko eta Kataluniako agintari eliztarrei bidali zien agindua, Gasteizko Boletín Diocesano-k hartu zuena:
Arreta osoz jagon zenbait erlijioso euskaldunen bizkaitarrismoa. Hauek, haien jarrera separatista dela eta, Ordenaren izpiritua galtzeaz gain, Gobernuaren eta Nazioaren gorrotoa bereganatzen dute. Katalanismoa ere jagon behar da, nahiz eta azken honek ez da bestea bezain zuhurgabea eta ez-moderatua12.


Holako gomendioak ere, apaizgo erregularrean zehar zabaldu eta noizean behin praktikan jartzen ziren, aldi bakoitzean zegokion ordenaren agintariek burututako garbiketetan; adibidez, Evangelista de Iberori gertatu zitzaiona, edo gero ikusiko dugun kaputxino abertzaleen aurkako erasoaldia, 1915ean.




2.- Amerika: uneoroko babeslekua
Guzti hau dela eta, eta hasiera-hasieratik, abertzaletasunaren hatzaparretan eroriko zenbait apaiz euskaldunek atzerrirako bidea hartuko dute, haien ideia politikoengatik ihes eginik.

2. a. Atzetik zetorren joera

Euskal apaizgoaren oroimen kolektiboarentzat, Amerika babeslekutzat hartzeko joera ia-ia ohitura bat bihurturik zegoen, XX. mendeko lehendabiziko urte haietan. Eta ideia hau ez zegoen apaizengan bakarrik barreriaturik13. XIX. mendean zehar, Eliza eta Estatuaren arteko arazo politikoak zirela medio, elizgizon askok eta askok atzerriratzea nahiago izan zuten, zuhurtasunak, beldurrak ala beharrak bultzatuta.
Batez ere bi gerrate karlisten ostean benetako erbesteratze masiboak bizi zituen Hego Euskal Herriko Elizak. Bi gerrateotan, apaizgoaren sektore handiek karlistekiko adostasuna nabarmenkiegi erakutsi zuten14; behin gerra galduz gero, hauetariko nahikok ospa egitea erabakiko zuten.
1840an, gainera, Espainian apaizgo erregularraren exklaustratzeko agindua ezartzen du gobernuak; bere bizitza erlijiosoari eutsi nahi zionak ere, bide berberera jo behar zuen. 1842 eta 1843ean, Espainiatik kanpo dagoen pertsonal hau aprobetxatuz, Hegoamerikako zenbait lekutan, ordurako erdi hilik zeuden misio katolikoak berpizten hasten dira: Venezuelan15, Perun16, Ekuadorren, Bolivian eta Txilen, batik-bat.
Zaila da esaten zenbat euskal apaiz sartu ziren korronte honetan; errazagoa dugu, aldiz, bigarren gerratearen osteko erbesteratzea zenbatzea. Hasteko, aurrekoa baino askoz kopurutsuagoa zen17; gainera, kualitatiboki, desberdintasunak ere baziren. Oraingo honetan, Ameriketarako euskal emigrazioaren ohizko kanaletatik abiatuz, apaizgo sekular asko ere atzerriratu ziren, batez ere Argentina eta Uruguayrantz. XIX. mendeko azken hamarkadetan, Uruguay, Buenos Aires eta Entre Ríos-eko herri eta herrixka askotan, euskal apaiz karlistaren figura nahiko ezaguna izango da:
La campana, rajada, con voz de vieja llamaba a misa. // Adentro, el cura, un vizcaíno carlista cuadrado de cuerpo y de cabeza, hombre de pelo en pecho y cuchillo en la liga, se disponía a oficiar pomposamente en el altar, objeto de la fiesta18.





2.b. 1899-1910: abertzaleen lehen erbesteratzeak

Aitzindaritza honek urratutako bideak irekirik zeuzkatenez gero, abertzaletasunaren hastapenekin ados agertu ziren lehen apaizek lehendabiziko unetik hartu zituzten, politika dela medio haien nagusi hierarkikoekin arazorik pizten bazitzaien.
XIX. mendea bukatzear zegoela, Gasteizko apaizgaitegian ideologia abertzaleko ikasleak agertzen hasten dira. Hasieran oso gutxi direla susmatzen dugu, zenbatzerik ez badaukagu ere. 1900ko abuztuan lehen kasua agertzen zaigu. Prokuradore baten bitartez, Bizkaiko Etxebarria herriko akolito gazte batek, Montevideo-ko artzapezpikuaren onespena eskatzen du, Uruguayen apaizgai-ikasketak bukatu eta bertan apaiz ordenatu ahal izateko19.
Bere izena Frantzisko Altzibar-Aritxuluaga da, baina Euskal Herrian bere goitizenaz ezagunagoa da: «Markiñako Extudiantie», pelotari bikaina, «inoiz izan dan pelotari aundienetarikoa»20. Zenbait iturrietan, Montevideo-ratzeko zioak azaltzerakoan, Altzibarren pilotazaletasuna aipatzen da. «Aldi labur bat baño geiago ez eban egin pelotaritzan, ze bere Gotzain Jaunak (Obispuak) eragotzi eutson bizipide pelotariekin agirian jokatzia»21. Baina esamolde honen azpian zerbait gehiago bazegoela pentsatzeko nahiko arrazoi badugu. Izan ere, apaiz izan eta berehala, Argentinako Rosario hirira zuzenduko ditu bere pausuak, bertan senideak ba omen zituelako; eta laister beste euskaldun abertzale batzuekin (apaizekin zein laikoekin) elkartuko da, 1912 urtean Rosarioko Zazpirak Bat euskal etxea sortzeko: Argentina osoan abertzaleak fundatu zuten lehenengo euskal etxea22. 1955ean Rosarion hil zen arte, ezagutu zutenen hitzetan, «euskotar eta euskaldun zintzoa»23, eta batez ere «abertzale miragarria»24 izan zen.
Altzibarrena, hala ere, ez zen kasu bakarra izan. Mendearen lehen hamarkada horretan, pixkanaka-pixkanaka, beste apaizgai eta apaiz batzuek jarraituko diote. Dakizkigun gehienak, Gasteizko diozesikoak ziren; Nafarroako apezpikutegian arazoa oraindik ez zen piztu. Argentina eta Uruguayko hiri eta herrietan barreiatzen dira apaiz atzerriratu hauek. Besteak beste, hor dugu Nikasio Kortabarria Idiazabal25 oñatiarra (1906an Buenos Aires-eko Laurak Bat euskal etxearen egoitzan zegoen Gernikako arbolaren kimua bedeinkatu zuena), eta batez ere Frantzisko Azpiri Mendiguren mendexatarra, agian Argentinako euskal koloniak mende hasiera honetan ezagutu zuen abertzalerik sutsuen eta eraginkorrena.
Azken apaiz hau gertuagotik ikustea benetan merezi du. Apaiz ordenatu eta hiru urtetara, 1900eko uztailaren 23an, Gasteizko apezpikuak Buenos Aires-era joateko baimena ematen dio26. Laster asko, Buenos Aires-etik Argentinako Santa Fe-ko diozesira helduko da, handik gutxira bertoko apaizgaitegiaren zuzendaria izendatua izango zelarik. Aurrekoengan susmoa baino ez zena, Azpirirengan ziurtasuna da: benetako exiliatu bat dugu. Américo A. Tonda-k (Azpiri gertutik ezagutu zuen) Santa Fe-ko apaizgaitegiaren historia idazterakoan, horrela baieztatzen digu: «sus ideas nacionalistas le habían puesto en la trocha que conduce al exilio»27.
Denborarik ere ez du galtzen Argentinako euskal kolektibitatearekin harremanetan hasteko. Buenos Aires-en argitaratzen zen La Baskonia euskal hamartekariaren zuzendariarekin adiskidetasuna piztu28 eta, hil arte Azpirik noizean behin artikulu eta artikuluxkak publikatuko zituen aldizkari honetan29. Urte haietan, La Baskoniaren espainoltasun politikoak oraindik euskal abertzaleen partaidetza onartzen eta estimatzen zuen. Azpiriren artikuluek eta hitzek ez dute inoiz ezkutatuko apaiz honen ideologia erabat sabindarra. Esaterako, 1908 urtean, beste apaiz euskaldun, abertzale eta adiskide bat Europara zihoala jakinik, abertzaletasunez beteriko gutuntxo bat bidaliko dio eta, aldi berean, La Baskonian argitaraturik agertzea ere lortuko du:
Euskal errira ibiltalde bat egiteko asmoa dezula diraustazu, eta ezerchu arako etedaukadan iteneustazu. ¡Au garai ona ango euskeldun epelai gure abertzale zintzoa azalduteko eta Aberri maite, neke eta nai gabez beteari, laztan gozo bat emateko!
Biotzeko zañetan, maitetasunezko tolos tartean daukat usain gozoko lora eder bat gorderik, zein guradoten nik Aberriari eskeini. Ara emen lora eder ori: ¡Gora Euzkadi!
Eramaizu neure biotzeko Ama laztan-laztanari.
Agur.
Azpiri'tar Pachi30.


Azpirik, horrez gain, Argentinako Elizaren barruko hierarkian gora ere hasiko da berehala. Santa Fe-ko apaizgaitegiaren zuzendaritzatik, 1911an Corrientes hirira pasatuko da: bertoko apezpiku berriak, Niella abizenekoak, bere bikario nagusia izendatzen baitu31. Bide batez, aldizkari katoliko baten erredakzio buru jartzen du. Bitartean, ez ditu bere kontaktuak galduko euskaldunekin, batez ere Rosario hirian indartsu osatu den euskal apaiz eta abertzaleetako talde eraginkorrarekin, hango Zazpirak Bat euskal etxearen inguruan bildu direnak.
1920ko abuztuan, Frantzisko Azpiri Europarako untzia hartzen du. Hasteko, Erromara doa, Corrientes-eko apezpikuaren izenean visita ad limina delakoa burutzeko. Untziratzean, bere ideologia ageri-agerian uzten duen gertaera baten protagonista bilakatzen da: nazionalitatea eskatzen diotenean, euskalduna dela dio: «Vasco». «¿Vasco-francés?», «Vasco» erantzuten du. «¿Vasco-español, acaso?», eta berriro Azpirik: «¡Vasco!». «¿Pero, vasco qué?», itaunduko dio azkenean aduanetako funtzionarioak. «Ponga vasco-chino», izango da hirugarren eta azken erantzuna, eta hala geratu omen zen dokumentazioan idatzirik32.
Italiatik, itzulian, Euskal Herriratzen da, senideak bisitatzera eta, bide batez, bere abertzaletasunaren iturrietan edatera. Mendexatik Sukarrietara hurbilduko da, Sabino Aranaren hilobiaren gainean otoitz egitera. Artikulu luze bat prestatzen du La Baskoniarentzat, argazkiak eta lortu ditu, eta postaz bidaltzen du. Artikulu hau bai, baina bera ez da Argentinara helduko, Amerikara eramaten zuen untzia 1921ko urtarrilean Galiziako kostaldearen aurrean hondoratu baitzen33.
Frantzisko Azpiriren lagun minen artean, lehenago aipatu dugun beste apaiz euskaldun eta abertzalea nabarmendu behar dugu. Andres A. Olaizola Etxebarria, Azkoitian 1877an jaiotakoa, oraindik apaizgai gaztea zelarik (Gasteizen filosofiako hiru ikasturteak baino ez zituen bukatuta) Argentinarantz emigratu zen. Santa Fe probintziaren hiriburuko apaizgaitegian, Andresek ikasketak amaitu eta apaiz ordenatu zen, 1900 urtean.
Altzibarrekin gertatzen den bezala, ez daukagu ziurtasun osoa, Olaizola erbesteratu politikoen artean sartu ahal izateko. Hala ere, haren abertzaletasuna ezin daiteke zalantzan jarri, bere bizitza guztian zehar, haren ideiak erakusteko anitz parada izan baitzuen34: «alma patriótica que se entregaba por entero y sin reservas a la labor de difusión de ideales (hots, euskal abertzaletasuna) cuya incomprensión podían levantar muchas resistencias y no pocos sinsabores»35.
Oso gazte, Santa Fe-ko apezpikuak bere idazkari pribatua izateko aukeratzen du Andres Olaizola. Urte luzetan konfidantza handiko kargu hau beteko du, aurrerantzean gorantz egingo duen karrera baten hasiera. Rosarion 1912 urtean Zazpirak Bat euskal etxe jaioberria Iñaki Deunaren lehen euskal jaiak ospatzera prestatzen denean, arduradunek berehala parte hartzeko eskakizuna luzatzen diote, oraindik pertsonalki ezagutzen ez zuten apezpikuaren idazkariari. 1912ko ekain eta uztailean zehar, hamar euskaldun bildu dira, euskal jaiak antolatzeko eta euskal etxea eratzeko komisio bat osatu asmoz. Haietariko sei abertzale karnetadunak dira, gehienak arabarrak (Bernardo Ustaran, Benito Urrutia, Jose Maria Beitia, Bernardo de Biana36...), 1911ean Rosarion bertan Euzko Alderdi Jeltzalearen ordezkaritza bat fundatu zutenak: Comité Nacionalista Vasco delakoa. Beste lauak, Rosario inguruan bizi ziren euskal apaizak dira: bi gipuzkoar (Juan Jose Kortazar eta Manuel Aizpuru), bizkaitar bat (lehen aipatu dugun Altzibar-Aritxuluaga) eta nafartar bat (Dionisio Santisteban).
Onartu eta, lehenengo Iñaki Deunaren mezan, Olaizola izango da, hala ere, hitzaldi nagusia bere gain hartuko duena: santuaren goraipamen edo panegirikoa37. Hitzaldi bero batean, euskal santuaren aipamenetik hasi eta, euskal abendaren birtuteak eta euskal aberria bera defendatzera iritsi zen, antolatzaileak pozaren pozez utzirik. Gainera 1912an bertan, Kantauri itsasoan euskal arrantzaleek jasan zuten ekaitza zela eta, Argentinan diru-bilketak eratzen direnean, Santa Fe-ko bilketa egiteko eskatzen diote Rosarioko euskaldunek Olaizolari:
Alguien me reprochó por haber molestado a una persona a quien apenas conocíamos y que ya había hecho bastante con no habernos cobrado ni los gastos de traslado para venir a predicar a los vascos.
Me quedé con el reproche, pero seguí aferrado a la confianza que el P. Olaizola había despertado en mí desde el primer momento. Un sacerdote dentro de un vasco no podía fallar... y no falló.
Pocos días después recibí la lista de suscripción con los nombres de unos treinta contribuyentes y un giro por el importe recaudado. Por indicación del P. Olaizola la lista había sido autorizada a un señor Emilio Aguirre, y los nombres que en ella aparecen y tengo a la vista, dice a las claras del alto concepto que del mismo P. Olaizola y de sus colaboradores se tenía en la Capital de la Provincia: el Dr. Manuel J. Menchaca (gobernador de la Provincia) abre la lista y siguen, entre otros apellidos, los de Novoa, Chotil, Bidachea, Mendia, Garategui, Iribarren, Eguiazú, etc.38


Honelaxe, hurrengo urteetan Olaizolaren eta Rosariko euskal etxeko arduradunen arteko harremanak gero eta estuagoak bihurtuko dira. 1910. hamarkadaren bigarren zatian, Zazpirak Bat euskal etxetik abertzaleak alboratuak izan zirenean, Olaizola berehala azken hauekin elkartzen da. Abertzaleek erakunde berri bati hasiera eman zioten: Euzko Batzokijari, eta Olaizolak, zenbait urtetan, erakunde honek antolatutako euskal jaietan meza emateko ardura izango du. 1914ean, gainera, Rosarioko elkarte espainiarren erasoari aurre egin behar izan zion: euskal jaien kutsu separatista zela eta, agintari zibil zein eklesiastikoei ospakizunak debekatu zitzaten exijitu zutenean, Olaizolak berak eman zuen jaiaren meza, panegirikoa egin eta bazkarian parte hartu39.
Urtero urtero, Santa Fe-tik Rosariora etorriko da, Iñaki Deunaren jaiak direla eta, baita abertzaleek Zazpirak Baten kontrola berreskuratzen dutenean ere. Azkenengoz, Santa Fe-ko apezpikuak Rosarioko bikario foraneoa40 izendatuko du, bere bizitokia Rosarion ezarriz. 1940 urtean hil zen arte, Rosarioko euskal jai bakar batetan ere ez da bere falta nabariko. Gerla Zibilaren garaian, gudarien aldeko defentsak egingo ditu, Argentinako beste elizgizona askoren aurka: «Gu, denok Jaungoikoarekin baturik, euskal Aberria defendatzen dugu»41. Kotxe istripu batek, zuenean apezpikua izatera eramaten zuen karrera moztu zion Olaizolari, 1940ko udaran42.



2.d. Hamarkada zaila (1911-1921)

Hala ere, mende hasierako erbesteratze isolatu hauei, laster erantsi zitzaizkien benetako garbiketak, batez ere hurrengo hamarkadan. Lehenago ikusi dugunez, Espainiako Elizaren goi-karguek beraiek hartu zuten burruka edo garbiketa honen ardura nagusia, Estatuarekin eta Monarkiarekin zeukaten elkarbizitza-konponketa apurtzeko arriskuan jartzen baitzuen euskal abertzaletasunaren hedapenak Euskal Herriko apaizengan.
Sanchez Erauskinek dioen bezala, burruka bi frontetan garatu zen: alde batetik, erabat monarkiazaleak ziren euskal apaiz asko apezpiku izendatu zuten, eta Espainian zehar barreiatu, Euskal Herriko Elizaren fidagarritasun politikoa aldarrikatu asmoz43. Bestetik, Euskal Herriko aulkietarako euskaldunak ez ziren apezpikuak ekarri zituzten, balizko apezpiku euskaldun bat bere apaizgoarekin bat etortzeko arriskua uxatzeko. Azken hauek agindua osorik betetzen saiatu ziren, batez ere abertzaletasunaren inguruko erakustaldiak eragozteko unean. Oso ezaguna da, adibidez, Leopoldo Eijo y Garay-k Montevideo-ko kaian protagonizatu zuen gertakizun latza, 1934 urtean Buenos Aires-eko Kongresu Eukaristikorantz zihoalarik. Zegoeneko Madrileko aulkian zegoen Gasteizko apezpiku-ohi hau Uruguay-ra iritsiko zela jakinik, Montevideo-ko hainbat euskaldun harrera egitera joan zitzaizkion kaiara, eta bide batez pelegrinazioan etortzen ziren euskaldunak agurtzera. Baina Eijori ez zitzaion batere gustatu, euskaldun hauek zeramaten euskal ikurrina: berehala untzitik jeitsi, eskuetatik kendu, apurtu eta guztien harriduraren aurrean ibaiaren uretara bota zuen44.
Garai hauetan, hala ere, eraso planifikaturik gogorrenak apaizgo erregularrean eman ziren, Euskal Herriko hainbat ordenetan abertzaletasuna indar askoz sartua baitzen. Batez ere, kaputxinoak dira gogorkien erasotsuak: hauek pekatu bikoitza bazuten: abertzaleak izateaz gain, nafarrak ziren gehienak. Gainera, lehendabiziko abertzaletasunaren propagandistarik sutsuenetako bat, Evangelista de Ibero, kaputxinoa zen: gazte hil bazen ere, bere hazia landatzeko denbora izana zuen, kaputxinoen heziketa-etxeetan irakasle zenean45. Bere eskuetatik pasatako belaunaldi batek testigantza hartuko du: Pio de Orikain46, Bernardino de Estella47, Miguel de Pamplona48, Dionisio de Echalar49, Eustaquio de Sesma50, Wenceslao de Lakuntza51 eta Fernando de Soloeta-Dima52.
Erromako kaputxinoen jeneralak onartu zuen bezala, 1910 eta 1915 urteen artean, Euskal Herriko kaputxinoen nagusiek «para poner a raya el movimiento bizkaitarrista, que empezaba a manifestarse entre sus súbditos, tenían que recurrir a medios extremos, como el de embarcar grupos enteros para la Argentina»53. Xehetasun gehiago emateko galdetuta, izenak ere aipatzen ditu54: kanporatu zuten lehena Evangelista de Ibero izan zela, baina indarrezko erabaki hau ez zela nahiko izan. Beraz, Wenceslao de Lakuntza «nazionalista amorratua», nagusien aginduen kontra hautagai abertzale baten alde lan egiteagatik, zigorrak jasan zituen, eta azkenean, Argentinara bidalia izan zen. Handik gutxira Roman de Bera aita Guam-eko misioetarantz doa, publikoki abertzaletasuna aldarrikatu zuelako; arrazoi berberagatik, handik gutxira beste hiru kaputxinok Argentinarako untzia ere hartu zuten: Ladislao de San Sebastian55, Pio de Orikain eta Eustaquio de Sesma.
1921 urtean ere, Nafarroako kaputxinoen aurkako salaketak areagotu egin ziren. Oraingo honetan, gainera, salaketok nortzuengandik eta Gaztelako kaputxinoengandik zetozen: Nafarroako kaputxinoak abertzale separatisten kabia zirela, erlijioaren aitzakiarekin Euskal Herrian zehar ematen zituzten misioetan propaganda politikoa baino ez zutela egiten, etab56.
Orduko hartan ez ziren kanporaketa masiboak errepikatu; hala ere, erbesteratzeen iturria, pixkanaka-pixkanaka ibiltzen bazen ere, ez zen inoiz erabat moztu. Apaizgo sekularrean zein erregularrean, noizean behin abertzaleren batek Ameriketaranzko bidaia egin behar izan zuen. Kasu isolatuak, adibidez Jesus Montanchez del Cerro sopuertatarra: 1913an Leopoldo Eijo y Garay apezpikuak ordenatuta, 1916an Montevideora lekualdatzen da, lehendabizikoz Uruguayen eta gero Argentinan lan eginez57.
Primo de Rivera-ko diktaduran, agian, kasuen kopurua handitu egin zen, batez ere apaizgo sekularrean. Iruñetik Tomas Yoldi Mina diktaduraren kontrako bere kazetaritza lanek Uruguay-ra bota egiten dute. Oraindik apaizgaitegian zegoela, Yoldik Napartarra egunkariaren sorreran parte hartzen du 1911an. Handik hamar urtetara, La Voz de Navarra agertzen denean, ale guztietan Yoldiren artikuluak agertzen dira: moral kristaua erabiliz, gobernuko agintarien portaera okerrak salatzen ditu. Iruñeko apezpikuak gehiago ez idazteko behartu, eta Erriberako parrokia batetara bidaltzen du; ezer berririk idatzi ez, baina aspalditik idatzirik zeukana argitaratzen jarraitzen du. Gobernatzaile zibilaren presioek, azkenean, kanporatzea lortu zuten58.



2.e. Gerla Zibila

Baina, zalantzarik gabe, euskal apaiz abertzaleek jasan zuten erbesteratzerik handien eta gogorrena, Gerla Zibilaren ostean burutu zena izan zen. Euskal Herriko azken lur zatia frankistek konkistatu baino lehen, separatistak omen ziren apaiz eta erlijiosoen aurka egindako salaketak beren fruitua ematen hasten dira.
Lehendabizikoz, harrigarria izan arren, Gasteizko apezpikuarengana zuzendu ziren erasoak: nahiz eta monarkiazale eta integrista izan, nahiz eta Errepublika garaian Espainiatik kanporatua izan, nahiz eta gerlaren hasierako uneetan jeltzaleen portaera gogorki kondenatu, Erromara irten behar izan zuen, misioei buruzko kongresu batera omen.
Ikara apaizgo euskaltzalearengan zabaltzeko bide ziurragorik ez legoke: berehala, Euskal Herritik kanporaketak hasten dira, indarrez ala erabaki pertsonalez, agintari zibil zein eklesiastikoek agindupean, apaizgo sekularrean zein erregularrean (frantziskotarrak, kaputxinoak, jesuitak, klaretianoak, eskolapioak, batik-bat)59. Nonbait erabaki hauei obedientiae simulatae izena eman zaie, ezin egokiago60: zuhurtasunez jantziriko erbesteratze politikoak baino ez zirelako:
Zuhurtasun aurrikusle honek bultzaturik, inongo agintari zibil edo militarrek gu behartu gabe, nire agintaldiaren lehendabiziko unetan -1937ko abuztuan- Kuba eta Paraguay-ko mixioetara zenbait erlijioso bidali genuen, azken urteotan zaletasun politiko nabarmenegiak erakutsi zituztelako61.


Gauza bera azalduko zuen, zenbait urteren buruan, Mateo Mujika Gasteizko apezpiku-ohiak, atzerrira ihes egin zuen bere apaizgoaren portaera defendatu nahiean:
Gomá kardenalak apaiz hauei buruz zuhurtasunez ihes egin zutela idatzi zuen, eta, neuk Batikanoari esan niona (...) gaur ere errepikatzen dut: apaiz hauek ez zutela ihesik egin haien buruak erruduntzat jotzen zituztelako, baizik eta errugabe asko gogorki zigortu zutela ikusi zutelako, Francoren politikari atxeki ez zioten eta62.


Zortziehunetik gora apaiz sekularrek modu bateko zein besteko errepresioa jasan izan behar zuten. Atzerrira joan zirenen kopuruak, gainera, ordurarteko erbesteratzerik gogorrena suposatu zuen63 (ik. 2. laukia). Batzu zuzenan, beste batzu Europan eskala bat eginez, hauetariko erdiak baino gehiagok Ameriketarako bidea hartuko du azkenean, batez ere Europan gerratea pizten denean. Jesuita askorentzat, Espainiako egoera politikoak 1931ean hasitako exilioa berritzea dakarkie.
Erbesteratzealdi hau, gainera, gertakizun isolatu baten moduan geratu da, Ameriketaratu ziren euskal erlijiosoen kopuruaren bilakaeran. Bai aurrean (Errepublika garaian) eta baita hurrengo urteetan ere (gutxigorabehera 1949 urtera arte), bilakaerak 188tik zekarren goranzko martxa geldiagotu eta eten egin zen64.
2. Laukia: Latinoamerika osoan destinaturik zeuden euskal erlijiosoen kopurua, 1935tik 1940ra, probintzien arabera65.
URTEA           Bizkaia          Gipuzkoa      Araba            Nafarroa      GUZTIRA
1935  256    197    107    426    1 000
1940  273    228    103    425    1 061
ITURRIA: ALVAREZ GILA, Oscar, «El Misionerismo y la presencia religiosa vasca en América (1931-1940): Dificultades y emigraciones forzosas», Mundaiz, 42 (1991), Donostia, 93 eta 99 orr.






3.- Mugimendu hauek Ameriketako euskal kolonietan izan zuten eragina
Ordurarte ikertu dugun erbesteratze politikoa, Ameriketan, ia nazio guztietarantz zuzendu zen, Grande ibaiatik Patagoniaraino. Apaiz erregularren artean, irtenbiderik arruntena zera zen: erlijioso hauek ordenak misioak zituen lekuetara bidaltzea. Frantziskotarrak, adibidez, Kuba eta Paraguayra; jesuitak Venezuela eta Ertamerikara66; eskolapioak Txile, Brasil eta Venezuelara; etab.
Nazio hauetako zenbaitetan baziren euskal emigranteen kolonia kopurutsuak, batez ere río de la Platako eskualdean (Argentina, Uruguay), Txilen, eta (1940z geroztik) Venezuelan. Toki hauetan, aspalditik euskal emigrante eta euskal apaizen arteko erlazioak finkaturik zeuden. 1852 urtean Montevideora euskaraz mezak eta misioak euskaldunentzat ematera lehen misiolaria heldu zenetik67, historia luzea izan da.
Apaiz abertzale hauek ere, Ameriketako eskualde hauetara heltzen ziren beste edozein pertsonak bezala (edo agian, are gehiago, haien ideologiak bultzatuta), aberrikideen laguntza eta adiskidetasunaren bila, bertan osaturik zeuden euskal koloniei laster atxeki zieten. Baina haien garrantzia, ezin zitekeen edozein pertsona batena bezalakoa: Euskal Herrian betetzen zuten paperari edo ohiturari jarraituz, apaizek Ameriketako euskal kolonia haietako barne-eraketan partaidetza zuzena izango dute, nahita ala nahi gabe.
1.- Alde batetik, erlijiosotasunak euskaldun emigranteen egoera izpiritualaren inguruko kezka sortarazten zien; hortik bazeukaten euskal emigranteengana jotzeko arrazoi bat. Ideia honetan oinarriturik, XIX mendean euskaldunentzako ikastetxeak eta eraiki zituzten euskal apaizek beraiek (batik-bat, Iparraldeko erlijioso betharramitek), eta Argentinan eta Uruguayen zehar euskal misioak antolatu, Euskal Herrian egiten zirenen antzera68.
XX. mendean, aldiz, euskal kolektibitatearen erakundeak izango dira euskaldunei holako zerbitzuak (ikastetxeak, umezurztegia, zaharren egoitzak) eskainiko dizkiotenak; baina hasiera-hasieratik euskal apaizak zerbitzu hauen norabide kristaua azpimarratzea lortuko dute. Horra hor, adibidez, Argentinan 1900 urtean fundatzen den Euskal Echea69 elkarlaguntzarako erakundea: lehen lehendakaria erlijioso betharramita behenafartar bat izango du: Frantzisko Laphitz (euskaltzalea eta euskal idazlea bera ere). Horrekin batera, zenbat eta hogei apaiz euskaldun sartuko dira hasierako proiektuan, akzionista gisa, Euskal Echearen proiektuan; gehienak Iparraldekoak. Euskal Echeak, azkenean, haren zerbitzuen zuzendaritza Euskal Herritik ekarritako elizgizon eta mojengan jarriko du: asiloak eta neskentzako ikastetxeak, Angeluko Mariaren Zerbitzarien eskuetan70 (1905); mutilentzako ikastetxeak, Nafarroako kaputxinoenetan (1908).
2.- Baina beste alde batetik, apaiz abertzaleek bazeukaten besteek baino zerbait gehiago, euskal emigranteengan hurbiltzeko haien nahiak areagotzeko. Argentinan, eta oro har Ameriketako herri «berri» guztietan, bizi ziren euskaldunen kopurua hain handia zenez gero, nonbait oso interesgarria zitzaion ideologia berriari lur berri horietan zehar hedatzea. Praktika hau ez zuten euskal abertzaleek soilik erabili; egoera berberean aurkitzen ziren beste estaturik-gabeko-herri europarrek ere bide hori hartua zuten, hala nola Argentinan irlandarrek edo poloniarrek71.
Apaizen kanporaketak eta erbesteratzeak, sekulako aukerak eman zizkioten hedapen honi. Apaiz hauek, banaka zein taldeka heldu arren, laster elkarrekin batu eta berebiziko garrantzia hartuko zuten, Argentinako euskal kolonietan abertzaletasuna ezartzean, zabaltzean eta mantentzean.
Adibiderik argigarriena, Rosarioko Zazpirak Bat euskal etxearena izan zen. Erakunde honek, izenetik hasita azken puntaraino abertzale-abertzalea izan nahi zuen. Apaizen partaidetza, seriotasun kutsuaz gain, askotan ere babesa eman zien beste bultzatzaile abertzaleei; batez ere 1913tik 1921ra dagoen tarte «ilunean», abertzaleen eta espainolisten arteko tirabira izugarriak zeudenean. Altzibarrek, Olaizolak, Santistebanek edo Aizpuruk ez dira abertzaleengandik urrunduko, tinko jarraituko dute haien ondoan, lehen aipatu dugun bezala.
Buenos Airesen ere, antzeko papera beteko dute euskal apaiz abertzaleek, batez ere Euskal Echearen ikastetxearen inguruan bildurik zeuden kaputxinoek. Fernando de Soloeta-Dima, euskara irakasteko ikastetxeak izan zuen lehen maisua, hizkuntzarekin batera aberriaren kontzeptu aranista ere zabaltzen hasiko zen; Soloeta Txinako misioetara joan zenetik, hasitako lana Bernardino de Estellak beteko zuen: 23 urtetako klaseen fruitua 1931ean argitara eman zuen, bere Historia Vasca liburuan. Bertan Euskal Herriko historiari buruz jeltzaleek defendatzen zuten ideia guztiak biltzen dira.
Aldi berean, Buenos Aires-en ere, euskal koloniaren barnean burruka ixil bat garatu zen 1910.etako hamarkada osoan zehar. Hamarkada horretan, Felix Ortiz San Pelayo euskaltzale karlista eta espainolistak gidaturiko taldeak Amerikako euskal etxerik zaharrena bere menpe izan zuen, abertzaleak alboratuz. Kaputxinoek gogorki lagundu zioten Acción Nacionalista Vasca72 izenpean bildu ziren kanporatuei. Hainbat urtetan, Buenos Aires-en euskaldunek bi tokitan ospatuko dute Iñaki Deunaren jai nagusia (Argentinan euskaldun guztien patroia bihurtu dena): Laurak Batek, normalean, sustrai euskaldunetako apaiz argentinarrak hartu zituen, batzutan ideologia eskuinzalekoak (Bernardo Etchegoinberry kanonikoa, gero Bahía Blanca-ko apezpikua izango den Leandro B. Astelarra73); Acción Nacionalistak, Euskal Echearen kaputxinorik abertzaleenak.
1921ean, Acción Nacionalista Laurak Bati eraso egiteari eta bere kontrola eskuratzeari ekiten dio: Argentinako jai nazionalean (uztailak 9an, independentziaren egunean), Miguel de Pamplona kaputxinoak bi ikurrina bedeinkatu zituen, non eta Laurak Bataren atarian. Ixilka-ixilka, zaratarik egin gabe, abertzaleak Laurak Bat erakundean sartu eta jadanik nagusigoa lortua zuten.
Gerra ostean, adibideak areagotu egin ziren. 1940-1945 tartean Eusko Jaurlaritzaren delegazioaren bultzapean sortzen diren euskal etxe askotan, apaizak dira bultzatzaileak. Córdoba probintzian dagoen Villa Marian, 1925 euskal trinitarioek suspertzen zuten euskal kolektibitateak erakunde ofizial bihurtzea erabakitzen du, non eta trinitarioen elizan. Buenos Aires-eko probintziaren hiriburuko Euzko Etxeak, aldiz, La Platatik gertu dagoen Villa Elisako euskal kaputxinoek bultzatzen dute, batez ere Kasiano de Goldaratz nafartarrak74.
Ekintza kulturaletan ere parte hartuko dute: 1946tik aurrera Buenos Airesen argitaratzen den Boletín del Instituto Americano de Estudios Vascos delakoaren lehenengo bi zuzendariak, apaiz abertzale hauetako bi izan ziren: Gabino Garriga bilbotarra (Argentinan Gernikako bonbardaketaren inguruko egia lehen aldiz erakusten zuen liburua argitaratu zuena75), eta Bonifazio de Ataun kaputxino gipuzkoarra.
3.- Azkenean, elizgizon hauek sekulako garrantzia edukiko dute, Gerra osteko euskal exilioa eratzeko unean: elizaren izenpean Ameriketan zeukaten erakuntza guztia, exiliatuen babeserako erabili ahal izan zutelako. Argentinan, Uruguayen, Venezuelan, erlijioso hauek benetako lobbyak osatuko dituzte, herri haietan euskal exiliatuen sarrera errazteko eta bultzatzeko. Argentinan Comité Pro-Inmigración Vasca izeneko elkartea sortzen da, zuzendaritzan Pedro Goikoetxea sakramentinoa daukala. Euskal-europarrek eta euskal-argentinarrek erdibana osatzen zuten komite honek, guraso euskaldunak zituen Roberto Ortiz Argentinako lehendakariarengandik oso dekretu zabal bat lortzen du: bertan euskaldun guztien inmigrazioa onartzen da, edozein dokumentazioa badaramate ere. Lege honen babespean, mila euskaldunetik gora Argentinaratuko dira, harik eta gobernu espainiarraren presioek kentzea lortzen duten arte, hurrengo urtean76.
Venezuelan jesuitak dira euskaldunei laguntza eskaintzen dietenak77. Nazio hartan aspalditik finkaturik zeudenez gero, ordutik aurrera Venezuelako goi klaseko hainbat familia eta pertsonaiekin harreman zuzen eta estu-estuak bazituzten euskal jesuitek. Karakas-en zeukaten ikastetxeetan, gizartearen goi klaseen semeen hezkuntzaz arduratzen ziren. Oso erraza izan zitzaien, beraz, agintariengandik euskaldunentzako salbuespen-legeak lortzea. Espainiako errepublikano guztiei ateak ixten zizkieten bitartean, euskaldunak sarrera libre izan zuten Venezuelan78.
ust�-7&> s �3 ��+ ='font-size:14.0pt; line-height:115%'> 


ArribaAbajo6.- Conclusión
Todavía en diciembre, el arzobispo de Caracas, conocedor de la nueva situación, ofrece al provincial de Cantabria el encargo de aquellas dos parroquias en el interior, de las que se había hablado en las anteriores gestiones, y sobre las que no habría problemas por quedar fuera del territorio encomendado a los gallegos65. No podía el arzobispo dejar pasar de lado la oportunidad de conseguir un clero del que estaba tan necesitado.
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El provincial, en su respuesta, agradece la carta, pero:
(...) siendo el motivo principal de nuestra petición la asistencia religiosa a los vascos en ésa, y constándome ahora (...) que los vascos en esa ciudad están perfectamente atendidos, los Padres de mi Definitorio estiman que la referida fundación carece ya de razón que justifique el sacrificio que nuestra Provincia tendría que hacer para llevarla a cabo, máxime no estando de momento en condiciones de desplazar ahí el personal suficiente para dicha fundación y para aceptar además dos parroquias fuera de la Capital66.


Fueron unas excusas obligadas, y quizá algo irreales67 pero siempre aceptables, que pusieron punto final y zanjaron definitivamente el proyecto.




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ArribaAbajoAnexo n.º 1
Propaganda en Cuba pro Basílica de Arantzazu


Fuente: archivo de la Provincia Franciscana de Cantabria (San Sebastián), XII-2-e-3.
«A los Vascos y a los Hijos de los Vascos de esta Isla de Cuba
Comite «pro Basílica de Aránzazu»
Presidentas de Honor: Sra. Amalia A. de Saralegui, Sra. María Teresa A. de Zabaleta, Sra. Clarisa Aspuru y S. Pedro
Presidenta: Sra. Juanita Arrandiaga de Asqueta
Secretaria: Srta. Chatin Isasi
Vice-Secretaria: Srta. Conchita de Olagorta
Tesorera: Srta. Paquita Gurruchaga
Un mensaje espiritual, que es como un aldabonazo a nuestros corazones, nos llega desde el querido solar de nuestros mayores. ARÁNZAZU, nido de ensueños, símbolo el más legítimo de nuestras tradiciones, crisol de los más puros ideales vascos, va a tener su Basílica monumental.
Los Padres Franciscanos, interpretando el sentir de todos los Vascos que miran a su AMATXO de Aránzazu como a su Reina, se han propuesto construir una regia morada a la Madre de Dios; en la que todos, absolutamente todos los Vascos de buena voluntad pongan su granito de arena.
Los que están allí recibiendo las caricias de la Madre, junto a su Santuario, o cerca del mismo, ya están haciendo llegar su óbolo cariñoso hasta los constructores de esta Obra, los Guardianes de la AMATXO querida.
Los que estamos en las Américas no podemos menos de mirar con cariño y acendrado amor una Obra semejante. Nos mueve el interés por lo nuestro que nadie nos podrá arrancar de nuestra alma vasca, y nos impele la fuerza de la tradición de nuestros mayores, la Obra de los Vascos en las Américas.
Los Vascos de todas las Américas están respondiendo con acendrado amor a esta magnífica Obra. No han de ser menos, ni en amor, ni en generosidad nuestros hermanos los Vascos e Hijos de Vascos de nuestra querida Isla de Cuba.
A este fin, se ha constituido un Comité PRO BASÍLICA DE ARÁNZAZU, que abriga las esperanzas de obtener el mayor de los éxitos.
Le enviamos este BONO, «pagadero en el Cielo», cuyo resguardo tendrá la bondad de devolver, con su giro, cheque o efectivo a la dirección que ponemos al pie de estas líneas.
Queremos hacerle saber que, a los pies de la Virgen de Aránzazu, ha de depositarse, en símbolo de plegaria y oración, el LIBRO DE ORO DE LAS AMÉRICAS, donde figuren los nombres de todos los Vascos o descendientes de Vascos que han contribuido con su óbolo a la construcción de esta OBRA DE TODOS LOS VASCOS, eterno exponente de su Fe generosa y ardiente y de su confianza plena en la AMATXO que les bendice y les protege siempre.
La Habana, 20 de mayo de 1952.
CHATIN ISASI JUANITA, Secretaria
ARRANDIAGA DE AZQUETA, Presidenta
FR. EZEQUIEL IÑURRIETA, Director
Se ruega envíen los Donativos: Fr. Ezequiel Iñurrieta
5a. Ave y Consulado
Miramar - Marianao
Habana»




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ArribaAbajoAnexo n.º 2
Gestiones del P. Francisco Iraola en el Centro Vasco de Caracas


Fuente: archivo de Secretaría del Centro Vasco de Caracas (Caracas, Venezuela), Libro de Actas, n.º 4: «Actas Junta Directiva, 15-X-1953 al 8-VI-1959».
«/193 Sesión ordinaria del 5 de noviembre de 1956.
(...) /194 (...) El vicepresidente señor (Isaías de) Atxa hace obsequio de unas hermosas fotografías del monasterio de Arantzazu. Se /195 le agradece el regalo y se acuerda que pase a la Comisión de Régimen Interno para que le dé el destino que estime conveniente».
«/197 Sesión ordinaria del 26 de noviembre 1956.
(...) /198 (...) Seguidamente, el señor (José Joaquín de) Azurza expone que el padre Iraola desea dar una conferencia el día 14 del próximo diciembre sobre el tema: «Religión y Arte sacro en la nueva Basílica de Arantzazu». Así se acuerda».
«/198 Sesión ordinaria del día 3 de diciembre 1956.
(...) /200 (...) En vista de que al padre Iraola le es imposible - de ésta dar su anunciada conferencia sobre Arantzazu el día 14, se acuerda que en los actos del día 8, se aproveche para, por medio de uno de los oradores, realzar la labor en favor del Euskera por los Padres de dicha Basílica. Se acuerda asímismo (sic) el obsequio hecho a la biblioteca del Centro por el dicho padre Iraola, consistente en un ejemplar de la obra del padre Sorraraín sobre la Beata Goretti».
«/205 Sesión ordinaria del día 12 de enero de 1957.
(...) Se acuerda contestar a la carta recibida del padre Iraola».





ArribaAnexo n.º 3
Correspondencia de diversos franciscanos con Isaías Atxa, del Centro Vasco de Caracas


Fuente: archivo de la Provincia Franciscana de Cantabria (San Sebastián).
Las Arenas 7-VI-1956. Isaías Acha a Benito Mendía. APC, XII-2e-28.
«Las Arenas, 7-junio-1956.
M. R. y estimado padre Provincial: Paz y Bien.
Desde Tenerife escribí a usted una tarjeta dándole cuenta de mi viaje y acusando recibo de su carta. Hoy quiero ampliar un poco lo escrito en ella; espero tendré (sic) repetidas ocasiones de conversar con S. R. al regreso de Cuba.
Yo, Padre Provincial, no hubiera tenido, de estar en Venezuela, ninguna objeción a prestar todo mi apoyo y colaboración al padre Iraola, como ya antes lo presté para el mismo fin al padre Bastarrica. Pero creo que la misión del padre Iraola ha de ser inútil y desconsoladora. Nadie puede prejuzgar los resultados que Dios puede sacar hasta de los más absurdos proyectos. Pero humanamente de este proyecto me temo que el padre Iraola no ha de sacar ni para el viaje. Hay una hostilidad sorda (muchas veces, justificada) hacia las cosas eclesiásticas. El que no es hostil es probablemente indiferente. Para romper esta hostilidad e indiferencia pedí hace años al padre Bastarrica me enviara abundante material euskérico y euskaltzale de Aránzazu. No he recibido sino unos pocos tacos de almanaque al año de su visita; de haber seguido mis ruegos, tendríamos el ambiente preparado. Creo sinceramente y sin pesimismos que no es el momento apto para intentar una   —22→   colecta de esta clase. He repasado por añadidura los posibles candidatos que pudieran servir al padre Iraola de introductores y no he dado con ninguno. Muy lejos de mí el pensar que entre los vascos de Venezuela no hay muchos amantes de la Amatxo de Aránzazu. Pero en cambio sí creo que sean pocos los que piensen que Aránzazu es un foco de irradiación vasco, como debiera ser y como quizá lo sea. Yo mismo lo pongo en duda sin fundarme en ninguna razón objetiva sino únicamente en mi ignorancia. Si en Venezuela se ha de hacer algo de lo que intenta, ha de ser básicamente sobre la labor realizada y a realizar en Aránzazu de irradiación vasca. No hay que perder de vista que la mayor parte de los vascos de Venezuela son exiliados (en su sentido estricto o lato). Y sobre todo, todos los que están acomodados y en disposición por consiguiente de hacer algo efectivo, pertenecen al sentido más estricto. Seguramente que S. P. no ha tenido ocasión de asomarse al fondo de la conciencia de un exiliado. Vería cuánta amargura se posa allí.
Todo esto es un ligero comentario que se me ocurre y que merecería gran atención. Pero por carta no se puede extender; tendremos ocasión de hablar más despacio, con más detalle.
Mucho me temo haberle desilusionado pero creo haberle expuesto la situación con sinceridad. Cuando regrese a Venezuela (septiembre u octubre) trataré de encauzar el proyecto de S.P. insistiendo desde ahora en que para lograr algo será preciso preparar el terreno y abonarlo con anterioridad.
Reciba todo el afecto de su hijo en N. S. P. Isaías Acha (rúbrica).»


Caracas 9-XII-1956. Isaías Acha a Benito Mendía. APC, XII-2e-28.
«ISAÍAS ACHA. Agente General de Seguros. Apartado 3302. Caracas.
9 de diciembre de 1956.
M. R. y recordado padre Provincial: Paz y Bien.
Anteayer recibí su carta muy grata del 1 de los corrientes y a fin de darle satisfacción me apresuro a contestarla hoy mismo, aunque el padre Iraola me ha prometido que en cuanto regrese a Cuba le escribirá detalladamente. A la primera carta que me escribió el padre Iraola desde Santo Domingo no le contesté por estar de viaje; y a la segunda demoré algo en hacerlo porque en ella me recomendaba ponerme al habla con el señor Damián Gaubeka y me fue imposible hacerlo en bastante tiempo. Por fin al recibir mi respuesta, se decidió a venir, aunque yo en ella le fui muy explícito sobre las dificultades que habríamos de encontrar. Aquí tenemos al padre Iraola creo que desde el 17 del pasado noviembre y espera estar hasta el próximo 18. No quiero adelantarle nada sobre el éxito o no éxito de las gestiones, pues prefiero dejarlo para comentarios a posteriori. Solamente quiero decirle que el resultado va a ser, según los indicios actuales, un equilibrio entre mi pesimismo y el optimismo del padre Iraola. Lo interesante será sobre todo echar la semilla y ésta parece estar cayendo en tierra fértil; ¡lástima que en estos momentos estemos empeñados en otras cinco colectas!
Como supondrá, estoy pasando con el padre Iraola ratos muy agradables. Creo que también él, aparte del resultado de sus gestiones, los esté pasando igualmente. Ha podido presenciar una porción de actos que indudablemente le han emocionado; ayer noche mismo tuvimos la celebración del Día del euskera y para facilitarnos el trabajo que estamos realizando, el orador dedicó a Aránzazu un buen rato expresándose con entusiasmo y mucha cordura. Hubo a continuación cánticos y cuadros escénicos que satisficieron plenamente.
De mi estancia en Aránzazu más vale no hablar porque ahora mismo me emociono con sólo su recuerdo. Fueron días que no olvidaré fácilmente. Desde la nueva Basílica, maravillosa a mi juicio, hasta el comportamiento de todos los frailes que se desvivieron por mí, pasando por las jornadas del Congreso.
De la obra del padre Villasante ya el padre Iraola me ha prometido enviar algún   —23→   ejemplar para mí y para la biblioteca del Centro.
Como más arriba le digo, en cuanto terminemos nuestras gestiones, le escribiré con todos los detalles que se pueden escribir. Hasta el momento presente, de la lista que tenía confeccionada una sola persona se me ha negado, a pesar de ser gran amigo mío. Usted no ignora las causas de esa negativa, que son muy difíciles de eliminar aunque bien miradas sean inconsistentes.
Le dejo hasta la próxima, muy querido padre Provincial; y por si esa no llegare a tiempo, quiero desde ahora desear para S. P. y todos sus súbditos unas felices Pascuas de Navidad y muy feliz años 1957.
Suplicándole la bendición de N. S. P., quedo de S. P. servidor y amigo. Isaías Acha (rúbrica).»
Caracas 5-III-1957. Isaías Acha a Benito Mendía. APC, XII-6-5-4.
«ISAÍAS ACHA. Agente General de Seguros. Apartado 3302. Caracas.
5 de marzo de 1957.
M. R. P. Provincial. San Sebastián.
M. R. y recordado padre Provincial: Paz y Bien.
Oportunamente me llegó su carta de primeros de año y posteriormente he recibido los tacos que me envió el padre Gárate juntamente con una carta de buen amigo. Yo debiera haber contestado antes a S. P. pero todo el mes de febrero me lo he pasado medio encamado con gripes y malestares, y aún hoy estoy doblado con un ataque de lumbago.
Pero estos días he sacado tiempo para poner en orden la correspondencia atrasada; hoy corresponde a los Franciscanos con carta a S. P., al padre Villasante, al padre Gárate y al padre Iraola.
Sinceramente, padre Provincial, los resultados de la colecta han dejado bastante que desear, como yo me temía. S. P. recordará algunas de las causas que yo preveía como probables obstáculos; algunas de ellas se vencieron fácilmente y se puede afirmar que tanto Aránzazu como los Franciscanos están ambientados en Caracas. Otras causas en cambio se acumularon sorpresivamente y este es el momento en que en vez de disminuir se han incrementado. No debo ser más explícito por carta; al padre Iraola le recomendé prudencia. En este verano espero visitarle nuevamente y conversaremos sobre ellas. Aún me siguen prometiendo algunos y dejando las promesas para más adelante. Por consiguiente, el jueves voy a enviar a nombre del R. P. PROCURADOR DE FRANCISCANOS DE CANTABRIA -Banco de Bilbao en San Sebastián- la cantidad que poseo y que es de Bs. 970. A esta cantidad hay que añadir 100 Bs. más de los tacos enviados por el padre Gárate y para que el padre Villasante me envíe algunas obritas que le he pedido. En total Bs. 1070; actualmente está el cambio a 13,75 pesetas por bolívar.
A fin de fomentar el amor de Aránzazu entre los vascos de aquí he pedido al padre Villasante que si le es posible me envíe algunos cuentitos en euskera de los coristas para un certamen a celebrarse próximamente.
Aun habiendo sido muy (de) desear una colecta mayor que el bien conseguido, merece haberse desplazado el padre Iraola. Tratemos ahora de seguir caldeando el ambiente con miras a los otros proyectos de que hablaba y de los que estoy sin ninguna noticia.
Le saluda afectuosamente y se encomienda a sus oraciones. Isaías Acha (rúbrica).»


Caracas 24-VII-1957. Isaías Acha a Luis Villasante. APC, XII-6-5-9.
«ISAÍAS ACHA. Agente General de Seguros. Apartado 3302. Caracas.
24 de julio de 1957.
R. P. Luis Villasante. Aránzazu-Oñate.
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Muy recordado amigo padre Villasante: Paz y Bien.
Recibí oportunamente tu carta del 27 de mayo a la que he demorado en contestar porque todo el mes de junio lo he pasado medio enfermo con gripe. Aunque no he podido abandonar el trabajo para encamarme, no he tenido humor para escribir a nadie. Recibí también oportunamente la nueva remesa de los Paradigmas del Verbo Vasco y de Euskal Gramatika Llabur. También recibí el número de Jakin. Este, como era de temer, me lo apañó inmediatamente Andima (Ibiñagabeitia) quien después de leerlo, lo entregó al padre Mancisidor S. J. entusiasta euskaltzale. Sé que ha merecido de ambos grandes elogios; yo casi no tengo opinión sobre él, pero os felicito cordialmente por el esfuerzo que realizáis y por sus resultados. Hace ya tres semanas que no me veo con Andima pues apenas salgo de casa en la que me concentro todo lo posible estudiando y Andima hace lo mismo pero aumentado. Cuando va al Centro se siente descentrado porque a él lo único que le interesa es lo cultural; y eso desgraciadamente no tiene mucho ambiente. El próximo sábado me veré con él y recuperaré Jakin.
Cuando vaya por ahí en el mes de septiembre traeré una porción de Paradigmas y de tu Euskal Gramatika. Quizá el próximo curso me anime a hacer de profesor de euskera para principiantes; ahora tenemos dos cursos cíclicos y yo asisto a los dos. Pero el adelanto que ello me produce es insensible. Lo hago más bien para dar ejemplo; sin embargo el ejemplo no cunde.
Recibí de Roma carta del padre Bernardo (Madariaga) en que me comunicaba que había terminado sus funciones de Definidor pero que era voluntad del M. R. General quedara allí algún tiempo más. Yo en mis cartas no he querido hablarte de la posible o al menos muy deseada fundación vuestra aquí, porque tenía órdenes de guardar en secreto el asunto. No sé cómo enfocarán éste los Definidores Provinciales de la vuestra y a continuación de tu carta voy a escribir otra al M. R. P. Provincial para saber su opinión. La mía es que aunque ciertamente pasó hace unos años la hora oportuna y fácil de ello, se debía intentar hacer algo. Y creo que el modo más eficaz de hacerlo sería el que se dejara caer por aquí alguien de vosotros con arrestos para pasar unos meses en lucha con contradicciones y con decisión plena de vencerlas. ¿No sería el candidado ideal para ello el padre Salvatore (Mitxelena) que está ahí a la vuelta de la esquina, en el Uruguay? Desconozco sus capacidades para estos menesteres pero indudablemente goza de un gran prestigio personal que se podría aprovechar. Una vez de estar él aquí se podría hacer lo que propones, es decir trabajarlo y pedirlo como cosa nuestra. Gracias a Dios el ambiente se ha esclarecido bastante y gozáis de un gran prestigio. Sería cosa muy fácil conseguir un fuerte núcleo que apoyara la petición: todos ellos personas de gran prestigio en la Colonia. El refrendo de la autoridad diocesana sería, a mi juicio, fácil pues gozamos de muchas simpatías en los centros oficiales tanto religiosos como civiles. Quizá sea, entre docenas, la colonia de más prestigio moral, ciudadano y hasta laboral. Si tienes ocasión de hablar con el padre Provincial sobre esto, puedes hacerlo, pero concretándote a él a solas pues tengo orden suya de guardar silencio sobre este asunto hasta el momento que él crea oportuno. Ya ves que ni siquiera a ti te he hecho alusión alguna hasta que tú me has hablado sobre lo propuesto por Andima.
El artículo sobre Aránzazu y la Cultura Vasca en la hora actual ha salido ya en su primera mitad en nuestro periódico Eusko-Gaztedi. Quisiera que en el siguiente número apareciera el resto. Pero necesito un favor tuyo. Desde que lo escribiste hasta hoy habéis dado algunos otros pasos: la publicación de Bide Izkutua, la publicación de las florecillas y de la vida de N. S. P. San Francisco y probablemente otras cosas más que ignoro. Me lo puedes dar sintéticamente. Ya lo rellenaré yo. Quisiera que apareciera la terminación antes de ir yo de vacaciones; así podría llevártelo para que vieras cómo ha quedado. No temas que haya   —25→   metido demasiado mis manos pecadoras en tu trabajo, alguna ligera modificación en algunas expresiones y, claro está, la supresión de algunas otras, tales como nuestros religiosos, etc. Era preciso porque de otro modo se vería escrito por un franciscano, y eso restaría méritos a vosotros. Firmo yo como mero adaptador, que es lo mismo que no decir nada o decir mucho, según quiera entenderlo quien lo lea.
Y voy a terminar para escribir al padre Provincial y al padre Iraola a quien debo carta desde hace dos meses, con la agravante para éste de que no he podido hacerle un pequeño favor que me pidió escribiéndome expresamente para ello desde Santo Domingo. Pasó por La Guaira su hermano en viaje a España y no me fue posible recibirle por el mucho trabajo que tuve aquel día.
Lo del guatemalteco me tiene intrigado. Sé que hay algo de fondo, así me lo tiene dado a entender Andima, pero como no ha juzgado oportuno él ser explícito, tampoco yo lo he juzgado conveniente ser indiscreto. Cuando vaya por ahí hablaremos de algunas opiniones que crecen en París y por aquí (d)el euskera del Anaitasuna, que ni suscribo ni rechazo. ¿Se debe emplear generalky cuando tenemos Geienetan? ¿Es exactamente lo mismo? Lo dejo a los doctores.
Recibe un fuerte abrazo y saluda a tantos otros que hay por ahí. Isaías Acha (rúbrica).»


Caracas 24-VII-1957. Isaías Acha a Benito Mendía. APC, XII-6-5-10.
«ISAÍAS ACHA. Agente General de Seguros. Apartado 3302. Caracas.
24 de julio de 1957.
M. R. P. Provincial. San Sebastián.
Muy recordado y querido padre Provincial: Hace ya algún tiempo que recibí carta del padre Villasante con ocasión de los dos premios adjudicados a coristas de Aránzazu en un certamen de euskera celebrado en el Centro de aquí. En esta carta me hablaba de que un amigo común, residente en Caracas (Andima Ibiñagabeitia), le había escrito con ocasión del mismo certamen y de paso le hablaba de la posibilidad o conveniencia de una fundación de ustedes aquí. Yo por mi parte, siguiendo las instrucciones de S. P., he guardado absoluto secreto sobre el asunto. Hasta este momento, se entiende; pues, al contestar al padre Villasante (no lo he hecho antes para eludir el tema) he tenido que decirle algo de lo que opino al respecto. Lo interesante y más que interesante esencial, es que ustedes hayan acordado proceder. El cómo y el cuándo es cosa que a menudo los hechos y el tiempo tienen que dilucidar.
Si ustedes por las causas que sea, no lo juzgan conveniente o factible, no hemos dicho nada. Ahora bien, si por el contrario piensan realizar esa fundación conviene pensar en el cómo se puede realizar. El padre Villasante, después de varios considerandos sobre las dificultades que ello implica, sugiere que lo trabajásemos y pidiésemos directamente desde aquí a Roma, con el refrendo de la autoridad eclesiástica. No me parece mal la idea y ni siquiera difícil (el pedirlo se entiende; porque el reconocerlo o negarlo no entra en nuestras posibilidades). Tengo la confianza de que lograríamos ser un numeroso grupo los (que) suscribiéramos la petición y posiblemente afianzarla con argumentos firmes. Creo que tampoco entrañaría dificultad el refrendo de la autoridad diocesana, pues, a Dios gracias, con todos nuestros defectos tenemos una buena porción de virtudes que nos prestigian. Tanto es así que en una de las conferencias de celebradas en el mes de abril como parte de los festejos del XV aniversario de la fundación del Centro, el señor Arzobispo de Caracas tuvo la gentileza de presidir dicho acto. Y hubiera sido mejor si como estaba previsto, el mismo Nuncio de S. S. hubiera acudido. Él mismo se había autoinvitado con gran complacencia nuestra; pero alguna indiscreción por nuestra parte en echar las campanas a vuelo prematuramente   —26→   le impidió venir.
Esto para indicarle que, según mi opinión, no habría dificultad por parte de las autoridades eclesiásticas. Pero yo creo que sería conveniente para orientarnos en estas gestiones y para preparar el ambiente oportuno que algún padre Franciscano se dejara caer por aquí con suficiente anticipación de meses. ¿No podría ser por ejemplo, el P. (Salbatore) Michelena que creo anda por el Uruguay? El ambiente de por aquí en estos últimos meses ha cambiado muy favorablemente hacia Aránzazu y sus Guardianes. Gran parte de este cambio se debe al padre Iraola que dejó por aquí muchas simpatías con su carácter sincero. Los cuadros de Aránzazu distribuidos por todo el Centro en lugares estratégicos tienen también su parte en el cambio. Algo hemos hecho otros machacando sobre la labor cultural realizada e irradiada por el Santuario. Y aunque desgraciadamente las inquietudes de aquí se concentran en la política, casi exclusivamente, con abandono de lo cultural, sin embargo se conserva el suficiente buen criterio para apreciar y elogiar la labor que otros realizan y que uno mismo no ejecuta por apatía o por falsa convicción.
En el mes de septiembre, Dios mediante, daré una vuelta por ahí y espero que a pesar del poco tiempo que llevo libre y de que son varias las tareas que he de realizar, me quede un rato para conversar con usted. Es lástima que llegaré días después de la Novena de Aránzazu; de otro modo allí le hubiera encontrado.
De salud, después de meses bastante angustiosos, me encuentro mucho mejor. Parece que he dado con el origen de mis dolencias, que por lo visto residía en mis pies y piernas. El trabajo me arrecia, sobre todo en estos últimos meses y debo dar gracias a Dios por ello, pues no todos pueden decir lo mismo.
Buenos, querido padre Provincial, me despido hasta la suya en que espero me comunique cómo ve la situación respecto a lo de la fundación.
Quedo encomendado a sus oraciones. Le pide la bendición seráfica su afectísimo amigo e hijo en N. S. P. Isaías Acha (rúbrica).»


(Caracas) 8-IX-1957. Isaías Acha a Benito Mendía. APC, XII-6-5-11.
«8 de septiembre de 1957.
M. R. P. Provincial. San Sebastián.
Muy querido padre Provincial: Paz y Bien.
Recibí hace ya dos semanas su carta del 11 de agosto en que principalmente me trataba el tema de la fundación aquí.
No le he contestado antes porque antes de hacerlo quería estar con el Secretario del señor Arzobispo que es un sacerdote vasco, que llegó aquí de seminarista hace años y con el que los vascos tenemos en general mucha confianza.
El jueves pasado estuve conversando con él en su despacho sobre el tema que nos interesa. Se mostró bastante escéptico en cuanto a la posibilidad de la fundación, habiéndose ya establecido otra Provincia de la misma orden. Me aseguró que nuestras gestiones personales (de los seglares, se entiende) aunque sean en plan de colectividad serían nulas. Solamente a su juicio tendría resultado una petición directa de V. P. antes el señor Arzobispo. Me aseguró que no había llegado la carta que me decía usted haber escrito preguntando si no habría algún inconveniente en que fundaran en esta ciudad. Quizás esta carta fuera, en tiempos del señor Arzobispo anterior (Q. E. G. E.); de esos tiempos él no puede asegurar nada. Pero lo que sí puede afirmar que ninguna carta recibida en el Arzobispado queda sin contestación actualmente.
El proceso único a seguir, según él es dirigirse usted en carta al señor Arzobispo ofreciéndose para fundar en Caracas y atender cuando menos dos parroquias en el interior de la República, donde él designare. Si además de fundar en Caracas, se ofrece a poner un colegio, tendría más aceptación.
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Esta es en síntesis nuestra conversación. Me ha parecido adelantársela al objeto de que se forme una composición de lugar apropiada antes de nuestras conversaciones que D. M. serán dentro de unos días. El próximo miércoles, día 11, salgo para Barajas en la K. L. M. Estaré muy poco tiempo en la Patria pues tengo que regresar en el Marqués de Comillas a primeros de octubre; no puedo detenerme más tiempo. Sin embargo creo que tendremos ocasión para conversar sobre este tema y recibir sus instrucciones.
Termino, querido padre Provincial, pues estos últimos días estoy de trabajo que no alcanzo más. Debo dejar todas las cosas en orden y esos es bastante difícil cuanto todos mis negocios se basan en mis gestiones personales. Cada día me surge un nuevo problema que tengo que resolver por adelantado; cosa bastante difícil. He traído a casa toda mi oficina para pasarme el Domingo entero entregado al trabajo.
Encomendándome a sus oraciones, quedo afectísimo en N. S. P. Isaías Acha (rúbrica).»


(Alta Mar) 11-X-1957. Isaías Acha a Benito Mendía. APC, XII-6-5-13.
«11-10-57. Paz y Bien.
M. Rev. y recordado padre Provincial. Le estoy escribiendo a bordo del «Marqués de Comillas» en el que juntamente con mi esposa y dos hijos regreso a Caracas.
El sábado pasado, que tuve libre, fui a San Sebastián a verme con S. P., pero me encontré con que habiendo fallecido el padre Eguíluz, estaba S. P. en Aránzazu. Tuve que regresar enseguida a Bilbao, pues en la imposibilidad material, por falta de tiempo, de visitar a varios hermanos y familiares, los había citado en mi casa para el Domingo.
Estas vacaciones me han sabido a bien poco pues los pocos días que han sido los he tenido que distribuir entre las gestiones de regreso y la gripe que ha tenido en cama a casi todos mis hijos. Yo me he mantenido de pie porque no había tiempo de acostarme.
Lamento bien de veras no haber podido conversar un rato con S. P. para recibir verbalmente sus instrucciones. De todos modos, sabe S. P. bien que me tiene completamente a sus órdenes tanto para el asunto de la fundación como para cualquier otro de otra índole.
Vamos a ver qué me reserva Caracas en esta nueva etapa. Haré todo lo posible por abreviarla ya que la edad de mis hijos mayores me exige estar junto a ellos en todo lo posible. Lo difícil es compaginar esta obligación con la también muy importante y apremiante de poderles dar una buena educación.

Quedo encomendado a sus oraciones y en espera de instrucciones suyas que para mí serán gratos mandatos. Su afectísimo en N. S. P. Isaías Acha (rúbrica).»

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